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viernes, 29 de noviembre de 2013

El sastre del Titanic

 
El Titanic, zarpando en 1912


EL BOLSILLO DE UN SASTRE Y DOS HUÉRFANOS SIN NOMBRE

El naufragio de todos los naufragios. Y un rosario de historias a bordo. Tierra adentro y otros cuentos de naufragios comienza con el relato de un sastre embarcado en el Titanic. De dos huérfanos que juegan con un perro en un bote salvavidas. Y de una madre que no sabe dónde están sus hijos. 

El sastre del Titanic es la historia de un desencuentro. El relato de un hombre que huye de sus celos y se embarca en el barco más lujoso del mundo, un hotel flotante que reproduce la sociedad clasista de principios del siglo XX y donde, a pesar de todo, todavía quedan caballeros.

La historia de Lolo y Momón, los huérfanos del Titanic, llenó cientos de hojas de periódicos en 1912. Pero este cuento, que inventa sólo un poco, habla sobre todo de su padre... 
 
Lolo y Momón, fotografiados después de su rescate
 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Tierra adentro y otros cuentos de naufragios

 

El Américan Star, partido en dos y embarrancado en una playa de Fuerteventura.
Fotografía incluida en el interior del libro.
 
LA EMIGRACIÓN, EL EXILIO Y ALGUNOS NAUFRAGIOS ÍNTIMOS

En este libro navegan algunos barcos de verdad. Y vuelan algunos aviones. Navega el Titanic, con un sastre que huye a Nueva York con sus hijos. Y arrastra su leyenda negra el Great Eastern, tocado por la fatalidad.

Zozobra el American Star, camino de una playa de Fuerteventura. El almirante Nelson se desploma en la cubierta del Victory durante la batalla de Trafalgar. Y los marinos de un buque escuela con nombre de serpiente mueren despedazados en las rocas de la Costa de la Muerte.

Pero en este libro también navegan barcos sin nombre, pateras y cayucos cargados de inmigrantes, y algunos hombres y mujeres que simplemente van a la deriva, aunque no se encuentren en el mar.

Así es la portada en la colección libr-e.

EN LA COLECCIÓN LIBR-E DE LA EDITORIAL LEER-E

Este es el momento de presentaros, a vosotros que de vez en cuando os pasáis por este blog, Tierra adentro y otros cuentos de naufragios,  el tercer libro que publico después del volumen de relatos El país de las nieblas y de la novela El agujero de Helmand, ganadora del V Premio Tristana de Novela Fantástica.

El libro, que formará parte del catálogo de la editorial digital Leer-e, incluye doce cuentos, más el relato completo de El diablo del mar, que este verano apareció publicado como microfolletín por entregas en Diario de León. La edición, con una fotografía del American Star y dos del Great Eastern en su interior, será visible en formato e-book a partir del lunes 25 de noviembre -en algunos portales puede retrasarse hasta el miércoles 27- en las plataformas asociadas a Leer-e (Apple, Amazon, Google, El Corte Inglés, Casa del Libro, Fnac...) Descargarlo en vuestro ordenador, tableta, libro electrónico o edición Kindle cuesta 2,99 euros en Europa y 4,99 dólares en América. En préstamo, 0,99 euros y 1,99 dólares.

La mayor parte de los relatos son inéditos, aunque aparece en la colección Libre-e, que dirigen Marta Rivera de la Cruz y Martín Casariego, donde recuperan libros descatalogados que antes se publicaron en papel. Tierra adentro... iba a ser una revisión ampliada de El país de las nieblas pero al final sólo hay un relato revisado de aquel volumen y una reescritura de otro, que lo convierte en un cuento nuevo.

Leer-e es una editorial de referencia en el sector del libro electrónico en España. Además de la colección Libr-e digitaliza en Palabras mayores la obra de autores que ya son clásicos de la literatura como Gabriel García Máquez, Julio Cortázar o Carlos Fuentes.

Os dejo aquí el índice de los relatos. Mi intención es contaros más detalles de algunos de ellos en este blog en los próximos días. 




EL SASTRE DEL TITANIC
EL MONEDERO DE NELSON
LA NÁUSEA DEL MAR
LA PENA DE MORAYMA
EL REY DE ARENA
TRATADO DE ALQUIMIA
VIEJO BARCO DE HIERRO
EL CAYUCO
TIERRA ADENTRO
NÁUFRAGOS
EL VUELO DE WILL ROGERS
AZOUZ, EL PÁJARO

Microfolletín. EL DIABLO DEL MAR


Tierra adentro y otros cuentos de naufragios habla de la emigración, del exilio y de los naufragios íntimos. A veces, el mar sólo es un eco. Ojalá se oiga muy lejos.

viernes, 22 de noviembre de 2013

No estamos locos

Imagen promocional del libro de El Gran Wyoming

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 21 de noviembre de 2013
 
No le falta razón al Gran Wyoming cuando dice que los que nos gobiernan son los auténticos antisistema. "Los verdaderos antisistema no son los que llevan rastas y revientan una papelera. Esos no hacen un gran daño a la sociedad. Los que nos gobiernan son los auténticos antisistema, porque se meten en el sistema para destruirlo", ha afirmado el popular presentador de El Intermedio durante la presentación de su libro No estamos locos, que ofrece una versión alternativa de la historia reciente de nuestro país, construida sobre "un inmenso patio de huesos".
 
Tiene razón el Gran Wyoming. Todavía no hemos enterrado el franquismo. Ni hemos superado el trauma de la Guerra Civil. La Transición fue un apaño. Dejó tantos cabos sueltos que cuarenta años después todavía se vuelven contra nosotros, como latigazos.
 
"No estoy loco", dice el Gran Wyoming. Y asegura que nuestro Gobierno está utilizando la crisis como coartada para cambiar el sistema. Así es como han destruido el Estado de Bienestar.
 
Primero fue la reforma laboral, que ha resucitado la lucha de clases en lugar de crear empleo. Luego llegó la reforma de la Justicia, que aleja de los juzgados a quienes no pueden pagar el tasazo. Continuaron con los recortes en la Sanidad, el copago, y la privatización de hospitales. Los cambios también han afectado a la Educación, a las becas, a las pensiones, o las ayudas al carbón, un sector estratégico. De esta forma, dos años después de las elecciones que ganaron con un programa que no han cumplido, España está inmersa en una recesión, con seis millones de parados, sueldos más bajos, impuestos más elevados.
 
Y para acallar las protestas y desactivar los movimientos ciudadanos, ahora se proponen aprobar una Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana más represiva, que restrinja el derecho a la huelga, a la manifestación, incluso la libertad de expresión prohibiendo fotografiar a los antidisturbios.
 
Sin duda están cambiando el sistema desde dentro. Y lo están haciendo tan bien que alguien como el Gran Wyoming tiene que empezar diciendo que no está loco cuando escribe un libro para abrirnos los ojos.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Gringo viejo

"Liberación del peón". Mural de DIEGO RIVERA
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves, 14 de noviembre de 2013

Le llamaban el amargo Bierce (Bitter Bierce, en inglés) y desapareció en México durante la revolución.

Bitter Bierce, que tenía cumplidos los 71 años, dejó esto escrito en una carta: Si oyes que fui llevado ante un muro mexicano y fusilado hasta convertirme en harapos, comprende que para mí, esa sería una excelente manera de dejar esta vida. Es superior a la vejez, a la enfermedad, o a caerse por las escaleras de la bodega. Ser gringo en México... eso sí es eutanasia.

Autor de El Diccionario del Diablo, una colección de definiciones sarcásticas, Ambrose Bierce fue uno de los periodistas más cínicos de los Estados Unidos. También fue escritor de relatos de terror, muchos de ellos ambientados en la Guerra de Secesión. Por algo había participado en batallas tan sangrientas como las de Shilo, Chikamagua y Chatanooga, donde debió descubrir la parte más amarga de la realidad.

En octubre de 1913, Bierce dejó la comodidad de su domicilio en Washington DC para visitar por última vez los campos de batalla donde había combatido cincuenta años antes. Dos meses después, sin embargo, estaba en El Paso y cruzaba la frontera con México, donde acababa de estallar una revolución. En Ciudad Juárez, se unió al ejército de Pancho Villa como observador y su rastro se pierde en Chihuahua. A partir de aquí todo es leyenda, aunque está documentado que un gringo viejo murió en la batalla de Ojinaga, el 11 de enero de 1914. Y en Sierra Mojada, circuló durante años la historia de que a un escritor yanqui lo habían fusilado en las tapias del cementerio.

En cualquier caso, Bitter Bierce debió conseguir lo que buscaba; desaparecer sin caerse por las escaleras de la bodega. Y de paso, ser el protagonista de la novela de su vida. En 1985, el escritor mexicano Carlos Fuentes publicaba Gringo Viejo y convertía su desaparición en un best-seller. Fuentes transformaba por fin a Bierce en un personaje de ficción y ponía en su boca una frase amarga: Hay una frontera que sólo nos atrevemos a cruzar de noche: la frontera de nuestras diferencias con los demás, de nuestros combates con nosotros mismos.

Y me lo imagino cruzando la frontera con México. Buscando que alguien le mate para no morir de viejo.

El teniente Ambrose Bierce, con el uniforme azul de la Unión
Dibujo de TOM REDMAN


UN CUARTO MENGUANTE QUE SE VUELVE CUARTO CRECIENTE


Los lectores de este blog ya han leído este artículo en una entrada del pasado año bajo el epígrafe de Cuarto Menguante, las columnas que no aparecen en Diario de León. Se cumplen cien años desde que Bitter Bierce cabalgaba en México junto a Pancho Villa, quien sabe si a la búsqueda de un pelotón de fusilamiento, y me apetecía que este texto también apareciera en el papel del periódico. Sin duda, llegará a más gente...

Y sobre el mural de Diego Rivera que ilustra esta entrada, puedo decir que lo he visto en la pared donde el artista lo pintó. Y esa sí fue una frontera que me atreví a cruzar.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Fronteras

Emigrantes irlandeses en el puerto de Cork durante la Gran Hambruna
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 7 de noviembre de 2013

Les llaman concertinas y son cuchillas enredadas en el alambre. Hace ocho años, el Gobierno las colocó en lo alto de la doble valla de Melilla para evitar las avenidas de inmigrantes. Pero no sirvió de nada.

Al contrario. Presionados por la miseria, los subsaharianos seguían trepando por la alambrada y dejaban un rastro de sangre y de ropa desgarrada después de saltar la verja que rodea el perímetro de la ciudad.

Las oenegés se quejaron. Las concertinas causaban cortes profundos en las manos y en las piernas de los inmigrantes y el Gobierno acabó por retirarlas.

Ocho años después, las cuchillas han vuelto. Y con ellas, una malla metálica diseñada para que nadie pueda trepar hasta lo alto introduciendo los dedos. Dos helicópteros, uno de ellos equipado con una cámara térmica y un foco, vuelan además sobre la frontera.

Leo que reforzar la valla de Melilla, que cada vez se parece más a una ciudad asediada, ya costó treinta millones de euros en 2005. Y la Guardia Civil, que dispone de dos módulos de intervención rápida para tratar de frenar las avalanchas, tampoco escatima en medios.

Pero es como ponerle puertas al campo. O encerrar al mar en un cuenco.

Los inmigrantes seguirán llegando. Seguirán ahogándose en El Estrecho. Continuarán pagando a las mafias para que les hagan un hueco en pateras, cayucos o lanchas de goma, o en barcos tan viejos que recuerdan a aquellos ataúdes flotantes, así les llamaban, que en los años de la Gran Hambruna cruzaban el Océano Atlántico cargados de irlandeses famélicos.

A la pobreza no la desalientan las concertinas. Deberíamos saberlo, nosotros que hemos tenido padres y abuelos que fueron emigrantes, hijos que vuelven a serlo.

Así que podemos convertir Europa en un búnker, invertir más dinero en blindarnos mientras crece la xenofobia. O podemos repartir mejor los recursos. Crecer sin pisar a nadie. Y hacerlo antes de que llegue el día en que también nos encontremos con una doble valla salpicada de cuchillas cortándonos el paso y nos demos cuenta de que el lado pobre de la frontera es el nuestro.

La doble verja de Melilla. FOTO: ONGAYO

  
 TRES AÑOS DE CUARTOS CRECIENTES
Un apunte para recordar que hace tres años que empecé a escribir en la sección de Opinión de Diario de León -primero como columna, los martes, y después como faldón, los jueves- y que abrí este blog para recopilar todos los artículos, entre otros textos. Gracias a todos los que dedicáis un par de minutos a la semana para leer lo que escribo. Sigo...