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jueves, 28 de febrero de 2013

El perseguidor

 Hace dos años y medio de este artículo. Lo dejo aquí porque me parece que sólo ha envejecido un minuto y medio...

Del blog www.alejandragallero.blogspot.com

CRÓNICAS BERCIANAS
Diario de León. Lunes 6 de septiembre de 2010

Recuerdo la cara desencajada de Nevenka, la rueda de prensa, la sorpresa mayúscula, el libro de Juan José Millás en el hipermercado, el juicio, los comentarios (machistas) del fiscal, la gente que se frotaba los ojos, incrédula, la gente que se frotaba las manos, la gente que se tapaba los ojos y los oídos, porque no quería escuchar, sólo mirar para otro lado. Y la gente como yo, que teníamos que escribir de ello.
 
Recuerdo la voz de Ismael Álvarez, anunciando su dimisión después de ser condenado por acoso sexual. Un temblor recorrió la ciudad, claro. Recuerdo el espectáculo en que se convirtió todo. No lo he olvidado.
 
Yo fui de los que dije, y aquí lo escribí dos veces, que Ismael Álvarez debía dimitir para no sentar a toda la ciudad en el banquillo. Todavía hay lugares de España donde asocian el nombre de Ponferrada con aquello. Cuando digo de donde vengo, no aparecen los pimientos, ni el vino, ni el botillo, ni el castillo, ni siquiera la Ponferradina y sus ascensos. Simplemente me preguntan qué pasó con Nevenka. Y no sé qué decir.
 
No sé donde estará Nevenka. No sé que estará pasando por su cabeza. No sé qué pensará si se entera de que el ex alcalde se presenta a las elecciones para acabar con la apatía que observa en el Ayuntamiento donde dejó a su delfín, Carlos López Riesco, y para mejorar su salud mental. Como si el Ayuntamiento fuera una terapia y las elecciones, un plebiscito donde ganar la absolución que no le concedieron los jueces.
 
Ismael Álvarez hizo cosas muy necesarias en Ponferrada. Abrió la avenida de Pérez Colino, un lugar donde crecían las zarzas, corrían las ratas y verdaderamente se sentía la apatía de una ciudad en la que nunca pasaba nada. Retiró la montaña de carbón y nadie se acuerda hoy de la polémica que rodeó aquella operación por la que quiso ser recordado. Abrió el polígono de La Llanada, comenzó a recuperar el castillo, apostó por la ordenación del río, y se ganó muchos enemigos que le reprochaban su populismo.

Después de oírle decir que quiere recuperar la alcaldía que dejó hace ocho años, convencido de que estaba siendo víctima de una operación para desacreditarle, Ismael Álvarez empieza a recordarme al personaje de un cuento de Cortázar; el jazzman Johnny Carter, que cuando tocaba el saxo o recordaba su infancia, tenía la sensación de que vivía quince minutos concentrados en un minuto y medio. El cuento se titula El perseguidor y la sensación que tengo en este caso es que en el tiempo que ha pasado desde su salida del Ayuntamiento, el ex alcalde sólo ha vivido un minuto y medio mientras todos los demás hemos seguido corriendo.

jueves, 21 de febrero de 2013

Los malos del cuento


Los malos del cuento, de Espido Freire
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 21 de febrero de 2013

Hay una frase que me está dando vueltas en la cabeza desde que la leí la semana pasada en una entrevista: «Nuestra cúpula política está formada por personalidades psicopáticas».

La frase es de Espido Freire, que acaba de publicar un ensayo titulado Los malos del cuento donde ofrece algunos consejos para sobrevivir entre personas tóxicas. Y aunque he tratado de evitarla, de no escribir sobre ella, reconozco que es una idea demasiado jugosa como para dejarla pasar por alto.

La tesis del libro es inquietante. Dice que los monstruos existen. No son un cuento. Y que hay que protegerse de ellos porque están entre nosotros.

Los malos del cuento pueden ser novios posesivos, maridos maltratadores, suegras, vecinos, jefes que no respetan a sus subordinados, acosadores, sexuales o morales, vampiros emocionales, que nos chupan la alegría, y todo un catálogo de personalidades negativas que ya aparecían en los cuentos clásicos para alertar a los niños.

Los ejemplos los tenemos en las páginas de sucesos. En los libros de historia. Y en nuestro entorno. Pero la parte que más preocupa del inventario es la de esos monstruos que no hacen tanto ruido. Esos monstruos adaptados a la vida en sociedad, que ocultan su falta de empatía —no les importa la gente y han aprendido a disimularlo— y que acaban trepando como las malas hierbas hasta los puestos más altos de nuestro sistema.

«El poder atrae a un buen número de monstruos», dice Espido Freire. Y no dejo de preguntarme por los distintos grados de psicopatía de nuestros gobernantes. De los políticos que nos representan. O de nuestros empresarios. Cuántos de ellos son ogros o dragones, y qué podemos hacer para desenmascararlos.

Quitarles esa careta no es fácil. A veces hay que ponerle un cascabel a un gato que araña. Pero hay que intentarlo. «Pecar con el silencio cuando deberíamos protestar, convierte a los hombres en cobardes», decía hace cien años la poeta norteamericana Ella Wheeler Wilcox.  Y parece que le estuviera escribiendo una moraleja a nuestro cuento.

miércoles, 20 de febrero de 2013

El porqué de las cosas

Cartel de A sangre fría
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 14 de febrero de 2013

Me dicen que apenas contamos el porqué de las cosas. Decimos lo que pasa, a quién le sucede, cómo ocurre, cuándo y dónde. Pero casi nunca por qué. Es el pecado del periodismo que viene.

Me ponen el ejemplo de Truman Capote. A sangre fría no es sólo la crónica de un asesinato. Es una indagación en los orígenes de un asesino. Pero pocas veces encontramos un retrato tan profundo en los medios. No hay tiempo. No hay suficientes profesionales. No es rentable.

Ocurre sobre todo en los nuevos soportes digitales, esclavos de la inmediatez y reyes del corta y pega sin contraste. «Cuando abro un periódico o una página de periodismo digital, busco historias y no las encuentro», dice en una entrevista el veterano Javier Reverte, autor de largos reportajes, de libros de viajes y novelas que siguen la estela de Capote.

Y aquel nuevo periodismo de Capote ya es el viejo y buen periodismo que echa de menos Reverte. El que cuenta el porqué de las cosas, que es la pregunta más difícil de responder. Pero también la más necesaria.
 
Para entender la crisis, no debemos contar que hay seis millones de parados y que la reforma laboral no crea empleo. Debemos preguntarnos por qué.

No basta con saber que el Gobierno corta el grifo de las ayudas a la minería. Hay que preguntarse por qué lo hacen.

Y no sirve de nada publicar los papeles de Bárcenas si nadie se pregunta por qué se sentía tan seguro. O por qué Urdangarín, el yerno del Rey, se arriesgaba a ganar dinero con manejos sucios.

Las respuestas están ahí. Y esperan que las encontremos. Ahí está la burbuja inmobiliaria, la Ley del Suelo, las hipotecas basura, el sistema financiero, el dinero sin control que han recibido los empresarios mineros. Y la impunidad.

Y si nuestros periódicos, digitales o en papel, ya no responden a todo eso, si no son capaces de explicar que la corrupción es la causa de la pobreza, pregúntese ustedes también por qué.

«Literatura y periodismo son dos brazos de un mismo río», decía Capote. Y mucho me temo que en este país nos estamos quedando mancos.

El callejón de los esperpentos

 
Cartel de una representación de Luces de Bohemia
 en el Centro Dramático Nacional
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 7 de febrero de 2013

Todas las ciudades tienen sus callejones importantes.
 
Madrid tiene el Callejón del Gato, donde Max Estrella solía mirarse en los espejos que deforman la realidad. Hasta que una noche se dejó morir.
 
Se trata de una calleja del centro de la ciudad, lugar de paso de turistas que buscan el Madrid más chulapo, y esconde una cervecería bastante concurrida, que hace honor a la obra del teatro del manco Valle-Inclán con una fachada acristalada que devuelve los reflejos deformados de los caminantes.
 
Después de la operación Caballo de Troya —qué nombre tan literario— ya podemos decir que Ponferrada también tiene un callejón parecido. Es el pasaje de Fernández Luaña, sede de las empresas del grupo Martínez Núñez y lugar de encuentro de adolescentes indignados que protestan contra la delincuencia de cuello blanco, de policías madrileños y gallegos que investigan una trama de blanqueo de dinero, y de periodistas bercianos que aguardan en la calle a que acaben los registros con orden judicial, como el que les escribe esto.
 
En el pasaje de Fernández Luaña no hay espejos que deformen la realidad. La realidad ya se muestra bastante deformada por sí sola.
 
En ese pasaje peatonal en el corazón de Ponferrada, se cruza uno con mucha gente que está de paso. Gente que mira a los agentes de policía cargados con ordenadores. Al cerrajero que entra con unas brocas para abrir una caja fuerte que esconde vete a saber cuánto dinero. Y a los compañeros del periódico de enfrente, que pertenece al grupo investigado y no han dejado de hacer su trabajo. Aunque lleven meses sin cobrar su sueldo y los propietarios del diario que les tiene contratados guarden fajos de billetes de 500 euros en la caja fuerte de un banco que está sólo a cincuenta metros de ellos.
 
Es nuestro callejón de los esperpentos. Y si Valle-Inclán levantara la cabeza y viera lo grotesca que puede resultar una mañana de espera bajo la lluvia, se daría cuenta de que a veces, la realidad puede ser tan absurda que no necesita ningún espejo que la deforme.


Reflejos en el Callejón del Gato de Madrid. De la web minube.

martes, 19 de febrero de 2013

Diccionario de la corrupción

Viñeta de EL ROTO, en El País.
 
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 31 de enero de 2013

Sacar la mano. Corromper.

Poner el cazo. Dejarse corromper.

Meter la pata. Que te descubran sacando la mano o poniendo el cazo.

Irse de las manos. Cuando un asunto en el que se ha metido la pata llega hasta la opinión pública.

Incendio. Sucesivas meteduras de pata que se han ido de las manos.

Cortafuegos. Comisión de investigación creada para no investigar nada, pero que permite calmar a la opinión pública cuando está muy quemada.

Bombero. Presidente de la comisión de investigación.

Chocar la mano. Pactar con el contrario un arreglo que evite nuevos incendios, una vez que el bombero ha actuado y sabiendo que a todo el mundo se le puede quemar la mano en algún momento.

Perder la mano. Cuando el pacto se rompe y el incendio se reproduce.

Dar la cara. Algo que no suelen hacer quienes sacan la mano y ponen el cazo cuando meten la pata.

Poner la cara por otro. Cuando nadie da la cara, fallan los cortafuegos y es necesario mover un peón en el tablero para que pare todos los golpes.

Cabeza de turco. Hombre que pone la cara por otro y acaba decapitado después de recibir todos los golpes.

Irse la mano. Acción de quienes sacan la mano o ponen el cazo cuando no encuentran un cabeza de turco que ponga la cara por ellos y deciden partírsela a quienes les descubren metiendo la pata. Normalmente empeora las cosas.

Poner una pica en Flandes. Sacar la mano o poner el cazo sin que nadie meta la pata durante mucho tiempo.

Poner en la picota. Momento en que el cabeza de turco pierde la cabeza.

Picotear. Sacar la mano o poner el cazo, pero poco, de forma que apenas se note.

Atragantarse. Sacar la mano o poner el cazo demasiadas veces, hasta convencerse de nunca se meterá la pata, y descubrir que finalmente todo el asunto se ha ido de las manos.

Poner la mano en el fuego. Algo que nadie debería hacer después de leer este artículo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Nevadas

Nieve que cuaja.
  
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 24 de enero de 2012

Nieva en el Bierzo y leo un titular que me produce escalofríos. «Rajoy ordena investigar irregularidades en el PP, aunque asegura que no existen». Y me recuerda a esas empresas que encargan una encuesta para tranquilizar a sus accionistas y les dicen de antemano a los encuestadores los resultados que esperan obtener.

Así que cambio de periódico, mientras nieva en el Bierzo y el hielo deja en sus casas a dos mil escolares en toda la provincia, y leo otro titular que me produce sarpullidos. «El Gobierno cambia la ley para que los condenados puedan dirigir bancos». ¿Habrá algún banquero condenado al que el Gobierno le deba un favor?, me pregunto. Y miro la nieve.

Sigo leyendo el mismo periódico y no puedo huir de los sobres de Bárcenas, ni de las cuentas del ex tesorero del PP en Suiza, el país al que se iba a esquiar. Un columnista de los de toda la vida escribe al hilo de la investigación abierta por Rajoy: «Mucho me temo que va a pasar lo peor; nada», leo. Y me acuerdo de aquella frase tan famosa de Lampedusa en El Gatopardo, que tantas revoluciones ha malogrado. «Todo debe cambiar para que nada cambie».

El problema es que algunas cosas cambian a peor. Y las que no cambian, no nos hacen mejores. A los bomberos de León ya no les dejan salir de su alfoz y arden las casas en los pueblos. Qué impotencia. Y qué impotencia causa comprobar que el canal de Endesa, por ejemplo, ha vuelto a reventar por tercera vez en trece años. Una pradera de Toreno ha quedado anegada de barro y la tromba no ha alcanzado a ninguna casa, pero estamos coqueteando con una desgracia.

Enciendo el televisor para no pensar en ello. Un manto blanco cubre Castilla y León, escucho. Pero la cota de nieve se irá elevando. Y termina el parte meteorológico. Leo otro titular de periódico. «Bárcenas creó una red de blanqueo en paraísos fiscales». Resulta que el ex tesorero del PP también escondió una parte importante de su fortuna en las islas Bermudas, donde nunca nieva.

Entonces se hace de noche y veo que los tejados de la ciudad están blancos. A fuerza de nevar, pienso mientras apago el televisor y cierro los periódicos, siempre acaba cuajando.

sábado, 16 de febrero de 2013

Partido X

  
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 17 de enero de 2013
 
Lo dice Imre Kertész, superviviente del Holocausto y premio Nobel de Literatura en el año 2002. «Una crisis como la actual dio pie a la llegada de Hitler al poder. Deberían sonar todas las alarmas y no están sonando». Y el Holocausto, recuerda Kertész —que está convencido de que podría volver a suceder— «es el hundimiento universal de todos los valores».
 
Lo que dice el Nobel húngaro puede parecer exagerado. Pero es verdad que no hace falta irse a Grecia, donde la extrema derecha ya ha convertido a los inmigrantes en cabezas de turco de la crisis, para darse cuenta de que detrás del desmantelamiento del Estado del Bienestar que estamos sufriendo en España —y de la voladura controlada de sectores como el del carbón, o proyectos como el de la Fundación Ciudad de la Energía, que nos tocan más de cerca— hay un desprecio por algunos de los valores que sostienen nuestra convivencia.
 
Desprecio por el papel del Estado como redistribuidor de la riqueza. Como instrumento para reducir desigualdades. Y como pilar de la solidaridad. La excusa es el despilfarro. Pero en lugar de atajar la corrupción, el enchufismo, o las obras con presupuestos disparatados, como en Villaquilambre, la respuesta a la crisis que ofrece la misma clase política que nos ha metido en el barro es dejar sin asistencia a los inmigrantes. Dejar sin urgencias a las zonas rurales —que se lo digan a los habitantes de Tremor— privatizar hospitales, o servicios sanitarios, y perpetuar la corrupción cuando de todo ello alguien saca tajada.
 
Imre Kertész. Foto de CSABA SEGESVÁRI
 
«Hay que actuar rápido, si no van a saquearlo todo y nos van a dejar sin hospitales y sin colegios», dice un anónimo portavoz del Partido X, la formación política que ha nacido a la sombra del movimiento del 15-M y que como su propio nombre indica es una auténtica incógnita. El Partido X propugna el derecho al voto permanente y la transparencia en la gestión pública. No puedo estar más de acuerdo. Pero pienso en Imre Kerstész, en el pozo en que cayó Europa en los años de la Depresión y los fascismos. Y cruzo los dedos para que una apuesta que todavía no tiene cara demuestre que de verdad hay alguien que está haciendo sonar todas las alarmas.

viernes, 15 de febrero de 2013

La moneda del billón de euros



CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 10 de enero de 2013

Si todo fuera tan fácil como acuñar una moneda... Leo que en los Estados Unidos, que esquivó por los pelos el abismo fiscal en Nochevieja, están pensando en emitir una moneda de platino por valor de un billón de dólares para resolver el problema de la deuda.

Parece una broma. El presidente chasca los dedos. La Reserva Federal emite la moneda. Después la guarda bajo siete llaves. Y ya tenemos una garantía poderosa para dar liquidez a la administración de la primera potencia del mundo.

Parece un absurdo. Tan rápido. Tan sencillo. De golpe se acaban los problemas entre demócratas y republicanos para negociar una subida de impuestos a los ricos o un recorte de servicios sociales. Aumentar los ingresos o contener el gasto es el debate en el que andan enzarzados. Y si no se ponen de acuerdo; el abismo, la recesión. Sucede muy lejos, pero nos afecta. Con la economía mundial tan sensible a los resfriados, abre la puerta a una gripe global en toda regla.

Parece una burla, sí. Pero economistas tan prestigiosos como Paul Krugman están apoyando una iniciativa que amortiguaría la estupidez de una clase política sin visión de Estado. Y de un partido, el Republicano, capaz de bloquear la política de un presidente recién reelegido.

Deberíamos acuñar una moneda así en España. Una moneda de un billón de euros. Una moneda que resolviera el problema de la deuda, el déficit de las administraciones, la falta de crédito, el bloqueo de las ayudas a las empresas mineras. Una moneda que aunque cayera de canto, reabriera las minas cerradas de Victorino Alonso, recuperara los talleres de empleo que la Junta de Castilla y León ha dejado en la cuneta, que tapara los agujeros de la corrupción, de la financiación ilegal de los partidos, el clientelismo, las comisiones. Que le quitara las telarañas a la construcción y a la industria, que aportara fondos a la investigación, a las universidades, a los estudiantes becados. Que otorgara un colchón a la sanidad pública, a la educación...

Y estoy pensando en todo eso, en todo lo que podríamos hacer con una moneda de un billón de euros, cuando suena el despertador y abro los ojos.




jueves, 14 de febrero de 2013

Mascaradas

Dibujo que el argentino MARCELO MARCHESE subió el año pasado a las
redes sociales para ilustrar un conflicto minero en Mendoza. En todas partes cuecen habas

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 3 de enero de 2013

Estuvieron 52 días en el pozo. Durmiendo con la humedad. Y no sirvió de nada.

Cincuenta y dos días son siete semanas y media en la penumbra del travesal caleyo sur, a 25 minutos en vagoneta de la boca de la mina. Allí dormían en sacos, colgaban la ropa para salvarla de la humedad, mataban las horas bajo la luz artificial, y trataban de conservar la salud y la cabeza mientras le echaban un pulso al Gobierno para que renunciara a recortar las ayudas al sector minero. Pero no sirvió de nada.

El pozo Santa Cruz está cerrado. Los últimos 32 miembros de su plantilla ya sólo trabajan para desmantelarlo y aquellos ocho mineros —otros cinco les relevaron— reconocen seis meses después que perdieron el pulso, que fue una derrota. La última, quizá.

Los convertimos en héroes. Nosotros, los periodistas. Sus familiares. Sus vecinos. Sus compañeros. Dieron la cara por todos, en primer lugar por el empresario. Y ahora sufren un expediente de regulación de empleo que en el mejor de los casos los mantendrá seis meses en el paro. Eso si les queda algún pozo abierto donde recolocarse.

Hace unos días, y a las puertas del pozo donde trabajaron y donde permanecieron —lo diré otra vez— 52 días encerrados, tres de aquellos hombres reconocían que el Gobierno les dobló el brazo. Que los políticos y los sindicatos les abandonaron. Que su encierro, y mira que fue largo, no sirvió de nada.

O habría que decir que no sirvió de nada de lo que pretendían; salvar la explotación donde trabajaban, el futuro del sector minero, con cien años de historia, las condiciones laborales de unos trabajadores que hace tiempo que ya no ganan aquellos sueldos que tanto atraían a los foráneos.

Sirvió al menos para dejar en evidencia a los sindicatos, trasnochados. Para quitarle la careta a más de un parlamentario fiel a sus siglas antes que a su territorio. Y para desenmascarar definitivamente al empresario, que ha pasado de manifestarse con sus mineros en Madrid, incitándoles a la huelga, a bajarles los sueldos. A dividir a quienes eran compañeros. A seguir cerrando pozos. Porque la culpa de todo es del Gobierno.

viernes, 8 de febrero de 2013

Paraísos

Campo de girasoles, en un cuadro de Van Gogh
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 27 de diciembre de 2012
 
Tenemos el campus amenazado de muerte. Las líneas de tren en el aire. Un aeropuerto sin vuelos. Autovías aparcadas en el cajón de los proyectos imposibles.
 
Y se ha muerto Lêdo Ivo.
 
Tenemos la minería sentenciada. El azúcar amargo. Comercios cerrados. Dos mil personas que se han marchado de Villablino.
 
Y Lêdo Ivo se ha ido. Le ha dado un infarto.
 
Tenemos subidas de tasas, subidas de impuestos, bajadas de sueldos, recortes sociales, inmigrantes sin papeles tratados como criminales, y un anteproyecto de ley de reforma del Código Penal que deja en manos de un fiscal la decisión de acusar a quienes den cobijo en sus casas a extranjeros en situación irregular.
 
Y Lêdo Ivo, aquel poeta brasileño que salía con cara de loco en las antologías y que una vez recogió un premio en León, sufriendo una fisura en el corazón en Sevilla, después de pisar los jardines del Alcázar y exclamar que el paraíso existe.
 
Tenemos gente solidaria. Tenemos gente que ayuda a la gente en Cáritas y en los bancos de alimentos, poniendo parches, por no decir remiendos, a la política social de un Gobierno que sólo atiende a los bancos y a las autopistas de peaje.
 
Y tenemos a Lêdo Ivo, el poeta del que tanto hablaron Mestre y Pereira, subiéndose a un avión de los que atan el cielo con cintas de vapor para aterrizar en Cavalo Morto.
 
Cavalo Morto, conviene recordarlo, es un lugar donde todos los jardines son un paraíso y las muchachas bordan en las nubes los nombres de sus enamorados con alfabeto azul y blanco. Donde los hombres nunca son irregulares y no hay recortes, ni caridad, ni pozos mineros cerrados. Y tampoco hay que pagar peajes.
 
Donde la justicia social no es una utopía encerrada en el cajón de los proyectos aparcados y los trenes no pasan nunca de largo.
 
Cavalo Morto es un lugar, ahora sí podemos decirlo, donde uno puede cruzarse con Lêdo Ivo caminando por la calle, mientras las mujeres agitan el manojo de llaves que llevan en el pecho a su paso, sin preguntarse a qué sastre habrán llamado para remendarle el corazón.
 
 
Lêdo Ivo
 
 
UN POEMA DE LÊDO IVO
 
Dejo aquí un poema de Lêdo Ivo.
El Cavalo Morto que inspiró a Juan Carlos Mestre lo podéis leer en otra entrada de este blog.
 
 
EL GIRASOL

En mi mano cerrada cabe el día,
el fuego aleatorio de los instantes
y el silencio que esparcen los amantes
cuando termina la fiesta y nada queda

de la luz petrificada entre las montañas.
En mi mano abierta cabe la sombra
abandonada por la vida que me espera
lejos del invierno, cuando la primavera

devuelve al tallo la rosa fenecida
y lo que fue vuelve a ser, y toda pérdida
regresa como un lucro inmerecido.

Mi mano sostiene un girasol.
Soy la sobra y el exceso, como el viento
o como la luz incómoda del sol.

Caridad

De la web www.mycomputerpro.com

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 20 de diciembre de 2012

Dice el responsable de Cáritas en Ponferrada, José Antonio Prada, que la solidaridad no está en crisis. Lo dice después de adelantar que la organización eclesiástica que amortigua los efectos de la pobreza alimentará durante tres años a 20 familias de la ciudad con 60.000 euros de la donación de 20 millones de Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del mundo.
 
«La solidaridad no está en crisis», dice Prada. Y lo dice no sólo por Amancio Ortega. Lo dice porque todos los días ve a gente normal y corriente donando ropa, y dinero, y alimentos. Y a voluntarios ayudando a repartirlos.
 
Dice el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que a veces gobernar es repartir dolor. Lo dice para defenderse de la huelga de jueces y para justificar el tasazo judicial, que convierte a la Justicia en un lujo al alcance de quienes pueden pagarla. «Repartir dolor», dice en la Cope. Y me echo a temblar.
 
Se pregunta la viceconsejera de Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid, Patricia Flores, si tiene sentido que un enfermo crónico «viva gratis» del sistema. Y tiemblo aún más. Si se lo pregunta es porque lo piensa.
 
Y me pregunto yo, ¿cómo puede gobernarnos alguien que piensa que su trabajo es repartir dolor? ¿Alguien que cuestiona la asistencia a los enfermos crónicos? ¿No estaban los políticos para resolver los dolores del ciudadano? ¿No pagamos impuestos todos, incluido Amancio Ortega, para que cualquiera que lo necesite encuentre un alivio a sus dolores en el sistema?
 
La crisis es la excusa perfecta para imponer una ideología insolidaria. Adelgazando el Estado y los gastos sociales, acotando la justicia, quitándonos derechos laborales, sólo nos dejan el colchón de la caridad. Es de agradecer el gesto de Ortega. Pero hubiera preferido que abriera una fábrica y creara empleo con esos 20 millones de euros. Habría más personas con un salario sumándose al sistema en lugar de vivir de la caridad, que no es un derecho, sino un favor que alguien te hace por solidaridad.
 
No le des pescado al pobre, enséñale a pescar. Y no lo digo yo. Lo decía el profesor que me daba catequesis cuando todavía quería hacer la primera comunión.

jueves, 7 de febrero de 2013

Justicia de lujo

Desenfonque de auto rojo. OLEKSIY MARK

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 13 de diciembre de 2012

Imagínense que la Justicia es una carretera saturada de coches. Y que el Gobierno, para descongestionarla, en lugar de construir una autovía con más carriles para que todo el mundo pueda circular sin sufrir atascos, sube el precio de la gasolina hasta niveles desorbitados.
 
El Gobierno conseguirá que a los conductores con menos ingresos no les compense coger el coche para ir al trabajo. Empezarán a levantarse más temprano para ir caminando. Y por la carretera sólo circularán automóviles de privilegiados. De conductores desahogados, que podrán permitirse el lujo de llenar el depósito, o directamente de millonarios, encantados de que la gasolina no esté al alcance de cualquiera porque les ayudara a quitarse el tráfico de encima y podrán pisarle al acelerador.
 
Eso es lo que está haciendo Gallardón con la Justicia. Y no lo digo yo. Lo dicen los jueces de España, como el decano de Ponferrada, Óscar Hernáiz, que ayer secundaron un paro de una hora contra la Ley de Tasas y contra las reformas que restan independencia al tercer poder del Estado (o más bien el segundo, porque el Legislativo está desaparecido, fagocitado por la disciplina de partido y por parlamentarios dóciles, que representan a las formaciones políticas que los han puesto en una lista antes que al territorio que les ha votado).
 
Y el ejemplo de las togas negras de los jueces y de las corbatas de los abogados se repite con las batas blancas de los médicos o con los birretes de los rectores universitarios. Ya no son sólo los mineros y los funcionarios, los antisistema y los jubilados, los que protestan contra un Gobierno que no gobierna para todos, por muy cautivo del déficit que se encuentre.
 
Y ahora vuelvan la vista a los juzgados de Ponferrada. Miren ese edificio de tantos miles de euros que está construyendo el Ministerio para ampliarlos, saturados como están de trabajo. Véanlo como un carril nuevo de la carretera de la Justicia por donde circulamos todos. Dentro de un año estará terminado. Y Ponferrada tendrá una autopista de peaje por donde sólo circularán coches de alta gama. Entonces sí podremos decir que tenemos una Justicia de lujo.

martes, 5 de febrero de 2013

Inmigrantes

Viñeta del dibujante J.R. MORA
 
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 6 de diciembre de 2012

Vinieron en tres botes hinchables. Parecían barcos de juguete. Tenían la piel muy negra, el pelo rizado, y estaban eufóricos después de cruzar el Estrecho sin naufragar.
 
En el primer bote viajaban seis hombres. Salvamento Marítimo los localizó a seis millas al sur de Tarifa y no dudaron en arrojarse al agua para alcanzar los flotadores de la embarcación de rescate. En el segundo, navegaban siete hombres y una mujer. Y en el tercero, otros siete varones más, todos mayores de edad.
 
Algunos levantaron los brazos y los remos en señal de triunfo cuando vieron que iban a sacarles del mar. Otros aprovecharon para llamar por el teléfono móvil a sus familiares y confirmarles que lo habían logrado. Y uno de ellos, el más emocionado, se arrodilló en los muelles del puerto de Tarifa en cuanto lo desembarcaron, besó el suelo y después estiró los brazos, abrió la boca para gritar y pronunció el nombre de la tierra prometida.
 
España.
 
España, el país de los cinco millones de parados, de la sanidad privatizada, o casi, donde ya no se atiende a los inmigrantes, de la educación pública en retroceso. De los desahucios. Y los funcionarios sin paga extra de Navidad.
 
España, el país de los dependientes sin ayudas, de las pensiones recortadas, de la reforma laboral que no crea empleo, de las huelgas generales, de los especuladores del ladrillo, de las grandes fortunas que esconden su dinero.
 
El país de la amnistía fiscal y de la política por los suelos. De la corrupción, del clientelismo, del tres por ciento de comisión. Y sin Ley de Transparencia.
 
Nación de bancos rescatados y mineros abandonados a su suerte. De paradores cerrados. De ganaderos que vierten la leche en el suelo porque pierden dinero si la venden. País de gente que se va.
 
País de peajes. País sometido a los secesionismos y a un modelo de Estado que no se sostiene. País del despilfarro. Y ahora del déficit, que pesa como una losa. Y no hay quien la levante.
 
A este país han llegado veintiún inmigrantes subsaharianos. Y gritan su nombre. Y besan el suelo. Imagínense cómo lo deben estar pasando en el lugar de donde vienen.


Foto de A. CARRASCO RAGEL, Agencia EFE. Tarifa, 3 de diciembre de 2012

VIÑETAS DE J.R.MORA
 
Aprovecho esta entrada para recomendaros que visitéis la página del dibujante J.R.MORA www.jrmora.com.  Sus estupendas viñetas, bajo licencia Creative Commons, aparecen en otros blog sin ánimo de lucro, como éste.  

¡A la carretera!

Sección de autopista en degradado azul. ANDREA CRISANTE
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 29 de noviembre de 2012
 
Minería estrangulada. Precios agroalimentarios por los suelos. Educación para quien pueda pagarla. Justicia para quienes tienen dinero. Cultura desaparecida. Sanidad recortada. Sanidad pública privatizada.
 
Servicios sociales en el alambre. Caridad en lugar de derechos universales. Limosnas para calmar conciencias. «¡Qué se jodan!», se le escapa a una diputada. «Los pobres usan los subsidios para comprar televisores de plasma», acusa otra igual de bocazas.
 
Y entre tanta marejada de tijeretazos, tanto esfuerzo por desmantelar los servicios públicos de forma controlada por una oligarquía que no los considera necesarios. Entre todas las subidas de impuestos y bajadas de sueldos que están minando la estabilidad de la clase media. Entre tanto amago de reducir el derecho a la huelga y de demonizar a los sindicatos. De mantener una reforma laboral que no crea empleo y que convierte a los trabajadores en semiesclavos.
 
Entre tantas ganas como tienen de denunciar a los periodistas que graban las cargas policiales cuando la gente se echa a la calle —y una reportera de la Sexta que cubría una protesta contra los desahucios en Sevilla ya lo ha sufrido en sus propias carnes—.
 
Entre tanto copago y repago y un euro por receta. Y gente triste que protesta o gente que ni siquiera lo intenta porque se queda en casa, desanimada y luego el Gobierno interpreta que están de acuerdo con lo que hace porque no se les ve quejarse.
 
Entre tanta hipocresía y tanta miseria y tanta falta de respeto por los valores sobre los que se asienta esta democracia —nos cambiaron la Constitución sin un referéndum, no dijeron la verdad durante la campaña— resulta que nuestro Gobierno —ese que prefiere subir impuestos y aprobar amnistías fiscales a combatir con más empeño el fraude de las grandes fortunas que esconden su dinero en paraísos contables, o diseñan ingenierías financieras para pagar menos—, nuestro Gobierno, repito, ha decidido aumentar las ayudas para rescatar a las autopistas de peaje. ¡Pero qué gran acierto! ¡Qué gran medida para sacarnos de la crisis y crear empleo! Toooodos a la carretera...
 
 
 
  
CUARTO CRECIENTE,  EN FÓRMULA HIT BIERZO. 107.3 FM
 
Esta fue la primera columna que radiaron los compañeros de Fórmula Hit Bierzo, la emisora municipal de Bembibre, que cada jueves mantiene una sección con mis textos de opinión en Diario de León. "¡A la carretera!", la leyó un locutor, pero la mayoría de los siguientes artículos los estoy leyendo yo y siempre que mi trabajo en el periódico -que es quien me paga a final de mes- me lo permite, procuro acudir al estudio para que la grabación de voz sea más limpia. Si vivís en el Bierzo, me podéis escuchar en el dial 107.3 de FM, en torno a las 13.00 horas.
 
 

lunes, 4 de febrero de 2013

Carretera de Viloria

Los actores de Cuenta conmigo, adaptación de la novela de Stephen King
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 22 de noviembre de 2012

Teníamos 14 años, leíamos libros de Stephen King y por las tardes cogíamos las bicicletas y pedaleábamos por las carreteras secundarias del Bierzo Alto. Noceda, Folgoso, Castropodame, Turienzo Castañero, Viloria.
 
Recuerdo algunas tardes en la carretera de Viloria, montado en la bicicleta roja, una BH con las ruedas grandes, brillante, circulando con tres amigos por los caminos que conducen al río Boeza. Recuerdo un molino ruinoso junto al río. Un montón de piedras, una puerta desvencijada, la sombra de los chopos, las moscas. No recuerdo si quedaba algo de la rueda que movía el agua, pero todo aquello se parecía demasiado a los escenarios de las historias de terror que leíamos.
 
Leíamos a Stephen King y veíamos películas del videoclub. O nos las contábamos mientras íbamos en pelotón con las bicicletas, subíamos cuestas entre castaños o nos parábamos en las cunetas.
 
Recuerdo una película en especial. La recuerdo porque la he visto hace poco. Contaba la historia de unos chavales de 14 años como nosotros. Cuatro amigos que seguían el curso de las vías para encontrar el cadáver de un niño. La infancia y el horror.
 
Lo recuerdo ahora que he vuelto a la carretera de Viloria y escribo del horror en un periódico. Una mujer descuartizada en dos maletas. Un antiguo cargadero de carbón donde duermen indigentes. Un cuchillo. Un hacha. Alcohol. Porros. Y terror. Un terror real que demuestra que ese horror de algunas novelas está más cerca de lo que creemos. Lo tenemos en el patio trasero de nuestras casas, al acecho, y a veces se nos cuela dentro. No queremos verlo. Pero forma parte de lo que somos.
 
El hombre que el pasado sábado descuartizó a su pareja en la carretera de Viloria ha dicho que se volvió loco. Completamente loco. Y no hace falta leer a Stephen King, ni ver viejas películas de River Phoenix basadas en sus novelas para comprender que en ocasiones la realidad engendra pesadillas tan macabras que desbordan las costuras del guión más atrevido y de las más oscuras historias de terror que alguna vez haya leído un adolescente.

Apocalipsis


Códice de Fernando I y Sancha.

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 15 de noviembre de 2012

Voy a contarles lo que he visto hace un rato. Un dragón de siete cabezas escupía espectros. Los espectros tenían forma de rana. Las ranas croaban con desgana. Y enloquecían a las piedras.
 
Cuatro jinetes cabalgaban a lomos de caballos alados con cabeza de león. Su sombra alargada ocultaba el sol. Los ángeles tocaban las trompetas. Las trompetas arrastran nubes de tormenta. Y el cielo se llenaba de luz.
 
Los hombres, deslumbrados, hincaban la rodilla ante el Creador. Un demonio con pies de carnero empujaba a los pecadores al infierno. Las almas en pena se retorcían en el fuego eterno. Y las llamas devoraban el mundo.
 
Es el Apocalipsis de San Juan, el libro más enigmático de cuantos componen la Biblia, según los expertos. Hace mil años, el temor a que el fin del mundo estuviera cerca desató una verdadera fiebre en los monasterios y copistas e ilustradores dedicaron sus vidas a manuscribir y a iluminar los comentarios al texto del apóstol San Juan que dos siglos antes había escrito un monje, Beato de Liébana, a los pies de los Picos de Europa.
 
La fiebre sobrevivió a las supersticiones del milenio. El mundo no se acabó. No se abrieron los cielos. No bajaron los ángeles. No cabalgaron los cuatro jinetes, ni se oyeron trompetas, ni hubo ninguna luz cegadora.
 

Extracto del Beato de Liébana (Siglo VIII-IX)

 
Tampoco se vieron serpientes, ni dragones, ni ranas, ni diablos con cuernos. Y la gente siguió pecando, pero poco, que en la Edad Media la Iglesia no estaba para bromas.
 
Los 21 facsímiles de aquellos códices miniados, y uno más de un artista moderno, se pueden consultar en el Castillo de los Templarios de Ponferrada. Allí los he visto yo. Y allí los puede encontrar cualquiera sin necesidad de viajar a Nueva York, o a Berlín, o a Roma, o a Madrid, donde se conservan los originales.
 
El mérito es del Ayuntamiento, claro. Pero sobre todo, de un coleccionista particular, Antonio Ovalle, que los ha comprado, los ha cedido y no ha pedido nada a cambio. Lo suyo también es una fiebre. Y en estos tiempos de dragones y de espectros que se retuercen en el fuego del infierno no abundan los hombres tan generosos.

viernes, 1 de febrero de 2013

El carbón y las estrellas

Una fábrica de astros. Desconozco el autor del dibujo de estos dientes de león

 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 8 de noviembre de 2012
 
El carbón se ha muerto. La mina está enterrada. El minero es cosa del pasado.
 
Repitámoslo todos. El carbón es un cadáver. La mina, una tumba. El minero, un recuerdo.
 
Otra vez. El carbón no ha resistido al invierno. El invierno es esta crisis, claro. La mina es una mortaja. El minero, un eco que se apaga.
 
Tenemos que mentalizarnos de que el carbón se ha ido, o de que sigue ahí, pero nadie estará interesado en sacarlo de la mina durante los próximos años.
 
Tenemos que hacernos a la idea de que el invierno ha llegado. Y el invierno es este sistema de mercado. El invierno es la globalización, que nos baja los sueldos y no consigue elevar el nivel de vida del resto del mundo, las servidumbres del euro, el déficit, este Gobierno que tenemos, que rescata autopistas y sostiene bancos mal gestionados, pero hunde sectores que sostienen buena parte de la economía de toda una provincia como la de León.
 
No debemos engañarnos. Hace tiempo que el frío del invierno nos está calando.
Y no será carbón lo que nos caliente, claro. El carbón nos ha abrigado durante cien años, pero ahora está muerto, muerto y enterrado, repito, borrado del mapa energético, olvidado, y no sirve de nada lamentarse más.
 
Nos haremos viejos. Nos convertiremos en jubilados, en parados de larga duración, en pobres de bolsillo y de corazón si no despertamos.
 
Y despertar es dejar de esperar un milagro. El carbón limpio, la captura del CO2, el almacenamiento geológico, la investigación, nada de eso estará listo a tiempo de salvarnos. Nunca fue su función. ¿Por qué iba a serlo ahora?
 
Así que hay que pensar en otra cosa. Moverse. Crear. Reciclarse. Adelantarse. Innovar. Sacudirse complejos. Ser más ambiciosos. Y aprovechar mejor, mucho mejor, todo lo bueno que tenemos.
 
Las estrellas para quien las trabaja, dice a menudo Juan Carlos Mestre. Y no hace falta ser poeta para darse cuenta de que el cielo no se toca desde la boca de una mina cerrada.
 
 

Grabado de Juan Carlos Mestre

 

Leche de cabra



Memorias editadas por Helena Fidalgo

 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 1 de noviembre de 2012
 
Francisco Puente Falagán, el primer alcalde de Ponferrada durante la Segunda República, nació en San Román de Bembibre en 1897 y fue uno de los últimos hijos de un matrimonio que perdió a la mitad de su descendencia. Puente cuenta en sus memorias —recuperadas por Helena Fidalgo Robleda y la editorial Lobo Sapiens— que su madre, enferma, tuvo que dejarle a cargo de otra mujer que también acababa de dar a luz para que le amamantara, pero que después de un mes en brazos extraños, su estado era tan famélico, su aspecto tan demacrado, que se lo llevaron de vuelta a casa y sólo pudo salir adelante gracias a la leche de una cabra.
 
Eran otros tiempos.
 
En 1931, Francisco Puente Falagán, maestro cantero de profesión, socialista autodidacta, como muchos hombres que en aquellos años querían cambiar las cosas, fue elegido alcalde de Ponferrada en unas elecciones democráticas. Hombre honesto hasta el extremo en un periodo de la historia de España lleno de fricciones, chocó de frente contra los poderes fácticos de la vieja Minero Siderúrgica de Ponferrada, que siempre fue un obstáculo para el desarrollo urbanístico de la ciudad, de las empresas mineras de la época, que no pagaban el canon, o de la Iglesia, que vio como el cementerio se convertía en propiedad municipal, y fue apartado de la alcaldía sólo un año después de tomar posesión para defenderse de una ridícula acusación de malversación de fondos de la que finalmente fue absuelto.
 
Francisco Puente Falagán.
 
Puente Falagán no recuperó la alcaldía. Sólo unas semanas antes del estallido de la guerra civil, y cuando ser alcalde era una patata caliente en medio de la crisis del Frente Popular, le ofrecieron de nuevo el sillón de regidor. No lo aceptó.
 
Sí lo hizo su amigo Juan García Arias, que duró un mes en el puesto y terminó fusilado. Y es posible que él mismo se salvara de un final parecido porque era un hombre ciego.
 
Al final de su vida, Puente Falagán dictó sus memorias a sus hijos y a sus nietos. El texto mecanografiado empieza, claro, en su infancia. Y empieza fuerte. Empieza con un cabra que alimenta a un niño famélico.
 
Pero eran otros tiempos.