Buscar este blog

martes, 8 de abril de 2014

Ruido de sables

Uno de los carteles propagandísticos de la Guerra Civil
 del bando republicano

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 3 de abril de 2014
 
Esta semana se han cumplido setenta y cinco años de la victoria de Franco. Hace cuatro décadas que murió el dictador -parece que beber del Santo Grial de León no le concedió el don de la inmortalidad- y treinta y tres años desde la asonada de Tejero en el Congreso. Y seguimos atrapados en el mito de la Transición.
 
La España de hoy, tan necesitada de liderazgo, sigue sin digerir las consecuencias de la Guerra Civil. Todavía hay personas que piensan que sacar a los muertos que dejó la represión en las cunetas reabre viajes heridas en lugar de cerrarlas. Y vivimos con la sensación de que no nos han contado toda la verdad sobre el 23-F. El falso documental de Jordi Evolé ha servido para recordarnos que hay demasiados documentos clasifificados sobre aquel periodo de nuestra historia. Y el silencio oficial ante la versión que ofrece Pilar Urbano, que cuestiona los cimientos de nuestro régimen de libertades, sólo alienta las sospechas.
 
Portada del libro de Pilar Urbano
 
 
Así que tenemos un país que mira para otro lado y que ha convertido en héroe a un político vapuleado en vida como Adolfo Suárez. El esperpento final ha llegado en su sepelio, donde el único jefe de Estado presente ha sido un dictador que en 1992 le prohibió la entrada a su país para que no pusiera en marcha el proceso de transición a la democracia que había pactado con España, y donde nuestra extrema derecha, que a veces lleva sotana, ha agitado los fantasmas de nuestra contienda civil después de hablar de concordia. Los hechos y las actitudes que causaron aquella guerra, ha dicho Rouco Varela, la pueden causar de nuevo. Una vuelta de tuerca más para criminalizar las protestas de la gente expulsada del sistema y que el foco de la atención se desplace de sus problemas a la respuesta violenta de una minoría.
 
Y la concordia se consigue sacando a los muertos de las fosas. Condenando, aunque sea de manera simbólica, a los que se parapetaron tras una Ley de Amnistía que choca con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y construyendo una sociedad más solidaria, al fin y al cabo, en lugar de ofrecer coartadas al ruido de sables que en 1936 nos condujo a una guerra y en 1981 a un fallido golpe de Estado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario