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domingo, 18 de septiembre de 2011

Jugar con fuego

Del blog http://www.comisionantinuclearpazyvida.blogspot.com/

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Martes 13 de septiembre de 2011

Los niños jugaban a pisar la Luna en los cráteres de las antiguas minas de carbón. El Apolo XI acababa de posarse en el Mar de la Tranquilidad. Neil Amstrong había pronunciado una frase rotunda sobre la capacidad de la humanidad para superarse a sí misma. Y una fe ciega en la ciencia y en la tecnología se extendía por todo el mundo occidental. Faltaban cuatro años para la crisis del petróleo, diez para el primer accidente nuclear en Tree Mile Island, 16 para la catástrofe de Chernóbil, y 42 para el seísmo y el tsunami que nos han hecho temblar en Fukushima.

Acelerador europeo de partículas.

Jeffrey S. Hangt tenía 11 años cuando el hombre pisó la Luna. Vivía en Pensilvania y aquel verano de 1969 descubría que el terreno devastado de los cielos abiertos era el paisaje perfecto para jugar a los viajes espaciales. La pasada semana, convertido en un físico de renombre por su participación en los experimentos del acelerador de partículas europeo, estuvo en la antigua térmica de la MSP de Ponferrada, reformada para ser la primera estancia del Museo Nacional de la Energía. Y en la sala de calderas, aquel niño que jugaba a ser astronauta opinó que gobiernos como el de Alemania se equivocan cuando deciden prescindir de las centrales nucleares después de accidentes como el de Fukushima. No hay fundamentos científicos, aseguró, para poner en cuarentena la energía nuclear. Sólo son decisiones políticas adoptadas al calor de los acontecimientos.


Noria abandonada del parque de atracciones de Chernóbil

Los acontecimientos, sin embargo, nos sobrepasan a todos. Mientras escribo estas líneas, una explosión en una almacén de residuos radiactivos en Marcoule, en el sureste de Francia, ha dejado un muerto y cuatro heridos y ha sembrado la duda sobre el riesgo de una fuga tóxica. Y esos son los argumentos para dudar del átomo, aunque Hangt los haya pasado por alto. En Tree Mile Island, aumentaron los casos de cáncer y leucemia. En Chernóbil murieron 31 personas, empleados de la central y bomberos, en los días posteriores al accidente y ni se sabe el número de fallecidos por cáncer en los años siguientes. En Fukushima, todavía desconocemos la verdadera magnitud de un desastre sólo comparable a Chernóbil. Y cruzo los dedos para que lo de Marcoule esté controlado.

Jugamos con fuego. Y nos quemamos. Si no podemos dominar la energía nuclear, deberíamos aprender a fabricar el viento. Ese si sería un gran paso para la humanidad.

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