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viernes, 11 de noviembre de 2011

Balas perdidas

Soldados españoles sobrevolando Afganistán. (Foto. MIKEL AYESTARÁN. ABC)

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Martes 8 de noviembre de 2011

El disparo se coló por un hueco del chaleco antibalas y alcanzó en el tórax al sargento Joaquín Moya Espejo, cordobés de 35 años. Joaquín Moya Espejo usaba una protección antifragmentos, con piezas de cerámica, y la fatalidad quiso que una bala perdida, disparada desde mucha distancia, le segara la vida el pasado domingo.

Ya van casi cien muertos españoles en Afganistán. Una misión que, a parte de las vidas, también cuesta un millón de euros cada día.


Así ve Forges en El País la guerra actual de Afganistán

Allí ya no hacemos nada. De verdad. Formamos parte de una fuerza de ocupación extranjera. No de un ejército de liberación. La sombra de los señores de la guerra, tan corruptos y apoyados por Estados Unidos, y la de los contratistas norteamericanos, la del poder y la avaricia, la sombra de tantos oportunistas, de las ganancias en río revuelto y la insolencia del forastero, han acabado por desvirtuar una misión que nació para ser una fuerza de paz y de reconstrucción de un país anclado en la Edad Media y que a un año de su retirada, ha fracasado y vive cada día más acosada por la insurgencia.

Hasta Afganistán también han llegado soldados leoneses. Los últimos que recuerdo son un grupo de 29 militares del cuartel de Santocildes, en Astorga, que volaron en primavera al país del polvo y del viento para adiestrar a las unidades de artillería del nuevo ejército afgano. Afortunadamente para ellos, les ha tocado trabajar en torno a la base de Herat y no se han tenido que meter en el avispero de Helmand, la provincia del Este fronteriza con Pakistán, donde la guerra es más virulenta.


Muyahidines afganos después de derribar un helicóptero soviético.
 Guerra de 1979-1989. (Foto selvas.org)

No sé lo que va a pasar cuando todos ellos regresen, leoneses, madrileños, cordobeses, norteamericanos, y el nuevo ejército afgano de Karzai asuma la responsabilidad de mantener a raya a los talibanes. Lo más probable es que el falso estado democrático que han apuntalado las tropas extranjeras se desmorone, como le sucedió hace veinte años al falso estado comunista sostenido por los soviéticos. Recuerdo que a Najibulá, el hombre de paja de los rusos, lo ajusticiaron en cuanto se quedó solo. Y cada vez veo más paralelismos entre el Afganistán de hoy y el de los años de los muyahidines.

Espero que al menos los nuestros vuelvan sanos a casa. Que esquiven todas las balas perdidas que no se merecen. Y una noche de filandón, a la sombra del Teleno, nos cuenten todo lo que vieron.

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