Buscar este blog

martes, 4 de febrero de 2014

Viejo barco de hierro


El SS America, que terminó sus días con el nombre de American Star,
 en el puerto de Nueva York en 1941. Le pintaron dos grandes banderas de barras y estrellas
en el casco para que los submarinos alemanes vieran que era un barco neutral.
 Los Estados Unidos todavía no habían entrado en la guerra. Faltaba poco para el ataque a Pearl Harbour.

 
UN BARCO QUE SE DESHACE

Viejo barco de hierro es otro de los relatos incluidos en Tierra adentro y otros cuentos de naufragios, el libro que podéis encontrar en edición digital en la editorial Leer-e, y cuenta la historia del SS America, uno de los trastántlanticos más lujosos del mundo, que terminó sus días devorado por el mar después de embarrancar en una playa de Fuerteventura. Entonces se llamaba American Star, y lo remolcaban hacia Extremo Oriente para convertirlo en un hotel flotante.

El American Star, o el SS America tuvo una vida azarosa. Bautizado por Eleanor Rooselvelt, la Segunda Guerra Mundial aplazó su estreno como barco de pasajeros. Después de la entrada en el conflicto de los Estados Unidos, navegó como transporte de tropas con el nombre de USS West Point, y pintado de camuflaje, esquivó a los submarinos alemanes en el Atlántico Norte, y a los japones en Indonesia.
Cartel publicitario del SS América, en sus días de gloria en la United States Lines

Tras la guerra fue barco de lujo y en los años sesenta, revendido a una naviera griega, transporte de inmigrantes con el nombre de SS Australis. Un intento para recuperarlo como crucero de millonarios y símbolo de América resultó un fracaso y acabó anclado en el puerto del Pireo, de donde un armador tailandés lo rescató para alojar huéspedes. El barco nunca llegó a su último destino. Durante una tormenta, se soltó del remolcador y terminó varado, como una ballena, en la playa de Garcey, en la isla de Fuerteventura, donde poco a poco se lo fueron comiendo las olas hasta convertirse en un remolino.

El cuento, claro, habla de un barco, pero trata en realidad de nosotros mismos.

Los restos del American Star, embarrancados en Fuerventura. Foto de la Wikipedia


PD: Otra imagen del American Star, partido tras encallar en Garcey, también la podéis encontrar en la edición de Leer-e para la colección Libr-e. La metáfora no es nueva. No hay obra humana, por soberbia que sea, capaz de derrotar al paso del tiempo. Y lo mismo nos pasa a las personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario