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miércoles, 30 de julio de 2014

Cortezas


CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 24 de julio de 2014

El primer ministro de Francia, que nació en Barcelona, es socialista y defiende los recortes, ha pronunciado estos días una frase que da que pensar: «La izquierda puede morir si renuncia a gobernar, si renuncia al progreso».

Tiene miga la frase. Para que la izquierda gobierne, viene a decir Manuel Valls tiene que renunciar a sus principios. O lo que es lo mismo, no se puede gobernar con los principios de la izquierda.

De todo ello deduzco que, o bien Valls no es de izquierdas, o el socialismo se ha quedado en una corteza vacía.

Valls, que estos días ha venido de visita oficial a España, asegura que a los gobiernos que le precedieron en Francia «les faltó coraje» para recortar, como si Françoise Hollande no hubiera ganado las elecciones con un programa contrario al austericidio. Y su mensaje me recuerda peligrosamente al de nuestro presidente Zapatero, que en su momento fue una referencia para el socialismo europeo, y en mayo de 2010, presionado por la troika comunitaria, abrió la senda de los recortes en España, renunció a sus principios y empezó a cavar la fosa profunda donde se ha metido su partido.

Valls dirá que demostró coraje. Otros opinan —y yo me incluyo entre ellos— que le sucedió todo lo contrario. Tuvo un ataque de pánico. Claudicó ante los mercados. Pactó con el PP un cambio de la Constitución de espaldas a los ciudadanos. Y plegándose a las políticas neoliberales de Europa sólo empeoró las cosas.

Cuatro años después España está sumergida en la mayor crisis económica de su historia reciente, la derecha desmantela el Estado del Bienestar y rescata bancos con el dinero que quita de la Sanidad y de la Educación. Y el tijeretazo en los servicios públicos y en los derechos sociales no ha servido para reducir la deuda, ni para crear empleo. Al contrario, nos ha empobrecido tanto que terminaremos la legislatura con más parados que al principio y el déficit de nuestras cuentas ya ronda el cien por cien del Producto Interior Bruto.

Y parece que nadie le haya explicado a Manuel Valls por qué al día de hoy, los socialistas españoles tratan de resucitar un partido moribundo.

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