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jueves, 31 de julio de 2014

Pido perdón


 
Dibujo de un niño de Gaza de 12 años.
Del blog www.solidariosengaza.files.wordpress

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 31 de julio de 2014

Pido perdón a todos los judíos de Israel por dedicar este artículo de opinión a un niño palestino. Tengo una seria excusa: ese niño vive en la franja de Gaza y es la persona más pequeña del mundo cada vez que cercan sus casa los proyectiles del ejército israelí.

Tengo otra excusa: este niño palestino no puede comprender nada de lo que pasa a su alrededor cuando los proyectiles del ejército de Israel caen sobre un hospital o una escuela gestionada por la ONU, por mucho que el Gobierno de Benjamín Netanyahu diga después, sea cierto o no, que hay terroristas palestinos -de esos que cavan túneles para salir de incógnito de la franja y asesinar a niños judíos- escondidos entre los heridos de sus bombardeos, convertidos en escudos humanos, y entre los niños de Gaza que aprenden a leer bajo el amparo de la comunidad internacional.

Tengo una tercera excusa: este niño palestino vive en un verdadero gueto, encerrado por el mar y una frontera amurallada, y allí pasa miedo y hambre, y siente escalofríos. Tiene verdadera necesidad de afecto.

Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este artículo de opinión a todos los niños palestinos cuando sean grandes, porque todos los niños, judíos y palestinos, tienen derecho a ser grandes alguna vez. (Pero no todos lo consiguen estos días).

Corrijo, pues, mi dedicatoria.

A todos los niños palestinos y judíos, de Israel y de la franja de Gaza, cuando sean grandes, para que puedan crecer sin odio y sin rencor y sobrevivan a las cicatrices de la guerra.

Y finalmente, no puedo terminar este artículo sin pedir perdón a Léon Werth, que era judío y vivió escondido en Francia para evitar que los nazis le encerraran en un gueto, por haber usado la dedicatoria que le escribió su mejor amigo, Antoine de Saint-Exupéry, en la primera página de El principito; ese libro que narra el encuentro de un niño perdido y un aviador caído en el desierto, que empieza con una boa devorando a un elefante y termina con una flor bajo un globo de vidrio, y que todo el mundo debería leer alguna vez, antes de que el tiempo y las excusas y el miedo a envejecer nos echen a perder definitivamente. 

El Principito, adaptación al cómic de JOAN SFAR
 
EL DÍA QUE EXUPÉRY DESAPARECIÓ EN EL MAR
 
La noche del 31 de julio de 1944, hace justo 70 años, Antoine de Saint-Exupéry, piloto de la Francia Libre, despegaba a bordo de un avión de reconocimiento P-38 sin armamento desde de la base aérea de Córcega para recoger información sobre los movimientos de las tropas alemanas en el valle del Ródano que sirviera para preparar la invasión aliada del sur de Francia.
 
No se le volvió a ver.
 
Hoy sabemos que, posiblemente, su avión fuera abatido al amenecer por un piloto de la Lutwaffe, cerca de Tolón. Este texto también está dedicado a él.

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