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viernes, 25 de octubre de 2013

Ventanas rotas

Ventanas rotas en un cine abandonado de San Petersburgo. Foto SPITZRUTEN
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 24 de octubre de 2013
 
 
La avenida de La Puebla es una calle muerta. A lo largo de sus trescientos metros se amontonan los comercios cerrados. Los locales vacíos. Los muros tapiados de ladrillos y carteles. Los cristales sucios. Las paredes grafiteadas. Los teléfonos de las inmobiliarias, anunciando que todo está en venta.
 
La avenida de La Puebla, en pleno centro de Ponferrrada, una calle importante porque vertebra las dos partes de la ciudad, porque más de la mitad del vial coincide con el Camino de Santiago, no levanta cabeza.
 
Y lo que le pasa a esa calle tan céntrica me recuerda al síndrome de las ventanas rotas, una expresión que acuñaron dos periodistas de una revista de Boston en los años ochenta y que hizo popular el alcalde de Nueva York, Rudolf Guiliani, para referirse al problema de la degradación urbana. La teoría dice que si no se arregla a tiempo una ventana destrozada en un edificio sin uso, los vándalos continuarán rompiendo cristales, un día tras otro, y todo el inmueble se echará a perder.
 
Y como el deterioro se extiende como la gangrena, el problema se repetirá en los edificios aledaños y al final, nadie querrá vivir en esas calles, abrir un comercio en esos barrios, comer en sus restaurantes, que acabarán cerrando, o comprar en sus supermercados, que se quedarán sin clientes.
 
A ese síndorme hay que ponerle remedio antes de que sea demasiado tarde. Porque lo que le sucede a la avenida de La Puebla es lo mismo que le ocurre a una calle histórica como El Rañadero, por citar otro ejemplo.
 
La concentración de los negocios en el centro comercial es la prueba de que estamos perdiendo el centro de la ciudad. De que la ciudad se nos está yendo de las manos.
 
Y como la gangrena no se detiene si no se la frena, un día podemos amanecer sin campus -la Universidad de León nunca ha apostado por las instalaciones que costeó el Plan del Carbón- sin estudiantes, sin comercios, sin servicios. Sin población activa. Sin colegios. Seremos una ciudad de ventanas rotas. Y ni siquiera nos acordaremos de quién nos arrojó la primera piedra.

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