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martes, 23 de julio de 2013

Zombis

Anoche soñé que Mariano Rajoy decidía comparecer en el Congreso después de que un periodista rumano le leyera este texto. Cuando desperté, noté que algo se movía en el armario...

Así nos podemos quedar cuando nos enseñen todo el armario de Bárcenas.
De la película "La novia cadáver", de Tim Burton.

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 18 de julio de 2013

En política todo el mundo tiene un cadáver en el armario. O al menos eso es lo que dice una de las expresiones a las que de vez en cuando recurre nuestra clase dirigente.

Nunca me la había tomado en serio. Era un lugar común. Una excusa para calmar la mala conciencia, nada más.

Pero después de las últimas revelaciones del innombrable, o sea, del hombre que hasta hace poco contaba el dinero del PP, resulta que los españoles, todos los españoles, hemos descubierto que el armario de Bárcenas esconde un verdadero cementerio.

El cadáver más importante, claro, es el de Mariano Rajoy.

Y menuda cruz la de un presidente esquivo con los periodistas, que se protege detrás de la pantalla de un televisor para que nadie le haga preguntas, o idea una triquiñuela impropia de un gobernante para leer una declaraicón escrita cuando tiene que comparecer en rueda de prensa.

Rajoy se niega ahora a acudir al Parlamento. Dice que un presidente del Gobierno no puede rebajarse a responder a un delincuente.

Y es verdad que huele a muerto. Porque al supuesto delincuente lo nombró él. Y lo que está diciendo Luis Bárcenas delante de un juez no es cualquier cosa.

Está diciendo que el Gobierno que nos pide que nos apretemos el cinturón ha cobrado sobresueldos. Y que se apoya en un partido que ha ingresado dinero negro de sus donantes.

El mismo Gobierno, recuerden, que está cerrando la minería del carbón porque no es rentable. Y que reparte dinero en obras públicas. Un Gobierno de zombis. Y el hombre que les acusa es el mismo al que Rajoy envió mensajes de apoyo hasta el mes de marzo, incluso después de saber que guardaba dinero en Suiza.

Dice el presidente que lo único que prueban esos sms vergonzantes es que no cedió al chantaje. Y sólo hay que echarles un vistazo para darse cuenta de que más bien lo que quería era tener callado a su antiguo tesorero.

Porque cada vez que Bárcenas abre la boca cava una fosa.

Y no hay armario que lo esconda.

Ni nariz que aguante tanta putrefacción.

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