Melson Mandela, portada de The New Yorker |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 12 de diciembre de 2013
Ahora que Mandela ha muerto y todo el mundo lo ha lamentado, no debemos preocuparnos por nada. Todos estamos de acuerdo en que fue un gran hombre. Y todos, sin duda, vamos a seguir su ejemplo.
Ninguno de nosotros volverá a colarse en el metro. Nunca más robaremos novelas en las librerías. Ni dejaremos de pagar la cuenta del supermercado o las consumiciones en el bar cuando no nos inviten los amigos.
Mandela era un hombre honesto y todo el mundo lo ha reconocido. Mandela, seguro, pagaría el IVA de las obras de reforma del baño. Mandela no defraudaría a Hacienda. Tampoco compraría un piso con dinero negro. Ni emplearía a ningún trabajador sin regularizar. No, Mandela no alentaría la economía sumergida. Ni explotaría a sus semejantes.
Ahora que Mandela es un santo laico. Un revolucionario admirado en los cinco continentes. Ahora que todo el mundo lo ha visto, no será necesario denunciar a los bancos para que devuelvan el dinero de las preferentes. Ni recurrir a Stop Desahucios para no perder la casa.
Podemos esperar, sin duda, que el Gobierno renuncie a los recortes. No son justos. Incluso Rajoy, que ha reconocido la altura moral de Mandela y viajó a Sudáfrica para asistir a sus funerales, convertidos en una fiesta, acaba de anunciar en una entrevista que el Estado del Bienestar es irrenunciable. Mandela le guiará para que en nuestro país contemos otra vez con un instrumento redistribuidor de la riqueza, que elimine las desigualdades sociales y garantice una oportunidad a los hijos de la clase media y de la clase obrera.
Y podemos dar por suprimida la reforma laboral porque es injusta, y las tasas judiciales, porque alejan la justicia de las clases populares. La seguridad privada no patrullará las calles. Es posible que reabra el Canal 9, pero sin enchufados. Bárcenas, seguro, se pudrirá en la cárcel, porque ha sido malo, imputarán a la infanta Cristina, caerá la monarquía, y, por supuesto, el Gobierno quitará las concertinas de la valla de Melilla para que nuestros hermanos que tienen el color de la piel de Madiba no se corten las manos cuando vengan desde el corazón de África buscando nuestra ayuda.
Quédate ahí sentado esperando. Creo que Barak Obama ya está hablando con Rajoy para obligarle a suprimir todo eso. O lo hace o su esposa le sigue mandando dormir en el sofá.
ResponderEliminarAl final, Sergio, el funeral de Mandela se ha empezado a parecer a una película de Berlanga; una esposa celosa, un marido que flirtea con una rubia, una rubia que se hace fotos con dos hombres casados, un fotógrafo que dice que todo se ha sacado de contexto (y estoy seguro de que tiene razón) y un intérprete de signos esquizofrénico que no da una...
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