Zapatos colgados cerca de Villaverde de los Cestos (27 de diciembre de 2010). Alguien se los ha calzado. (Foto del autor del que escribe. Uso libre para caminar por la blogosfera) |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Martes 15 de febrero de 2011
Escribo estas líneas el domingo por la tarde. Cuando ustedes las lean será martes. Ha llovido y he puesto en twitter que el agua sucia enloquece los desagües. Si no les dan miedo las redes sociales, que ya han tumbado a dos dictadores, pueden buscarme en Internet y comprobarlo. Ciento cuarenta caracteres bastan para contarles que hay alcantarillas que nunca estarán preparadas para tragar toda la mierda que nos rodea.
Vuelvo a utilizar esa palabra. Mierda. Es la única que me viene a la cabeza cuando pienso que después de quince años de investigación policial, nuestro sistema, nuestro Estado de Derecho, no ha servido para resolver la cadena de sabotajes y atentados que sufrió el empresario Sindo Castro cuando decidió instalarse en el Bierzo. ¿Hasta cuándo tanta mierda?, me pregunto. ¿Hasta cuándo tanta impunidad? A veces, leer el periódico deja un sabor amargo.
Escribo estas líneas en una libreta, dentro de un coche aparcado en una cuneta de la antigua carretera Nacional Sexta. Escribo a mano, muy cerca del lugar donde hace unas semanas, descubrí dos zapatos negros colgados de un cable, expuestos a la lluvia, y me imaginé que era las botas de algún caminante de la Marcha Negra, que protestaba porque a la minería le han puesto fecha de cierre. Los zapatos ya no están. Alguien se los ha calzado. Y quizá sea verdad que eran de un minero que ha vuelto al trabajo, ahora que las centrales térmicas queman otra vez nuestro carbón.
Manifestantes egipcios en la Plaza de la Libertad. (Foto tomada de cdn animalpolitico. com) |
O quizá se encuentren más lejos. Quién sabe. Podría ser que alguien haya caminado con ellos hasta una ciudad donde acaban de terminar con treinta años de impunidad. El viernes -mientras los mineros volvían al tajo y un juez comunicaba a las partes que no había encontrado pruebas para condenar a nadie por la guerra del hormigón- me pareció reconocer en una fotografía publicada por un periódico de tirada nacional los dos zapatos descolgados en las manos de un hombre. Protestaba porque un viejo tirano de ochenta y dos años se aferraba al poder, incapaz de asimilar que se lo estaba tragando el desagüe de la Historia, y levantar los zapatos era su forma de expresar desprecio.
Lástima que en otros lugares donde llueve, nos cueste tanto indignarnos. Este es un pueblo pequeño. Todos nos conocemos. Y todos tenemos demasiado miedo a mojarnos.
Zapatos colgados en la Nacional Sexta. Acceso a Villaverde de los Cestos. 27 de diciembre de 2010. |
Los zapatos han volado del cable. 12 de febrero de 2011. (Fotos del autor del blog. Lo dicho) |
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