Bin Laden ha sido la ballena blanca que Estados Unidos ha perseguido durante una década. Eric González lo ha sabido contar en El País. |
CUARTO MENGUANTE
La columna que No aparece
en el Diario de León
Me da miedo que un país como los Estados Unidos se crea con derecho a asesinar a un asesino. Matar a un terrorista no les hace mejores.
Me da miedo que no hayan detenido a Osama Bin Laden para juzgarlo.
Me da miedo que lo hayan matado cuando se resistía a la detención, pero iba desarmado.
Me da miedo porque aquí tuvimos a los GAL y aquel terrorismo nacido a la sombra de un Estado de Derecho alimentó durante unos años más a la bestia negra de ETA. ¿Deberíamos matar a Troitiño si lo localizamos en Francia?...
Me da miedo que Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos, Premio Nobel de la Paz, haya pasado de intentar cerrar el penal de Guantánamo porque no se respetaban los derechos de los presos a autorizar un asalto con tropas especiales en un país extranjero y dando licencia para matar a sus comandos. "No hay nada que no podamos hacer", ha dicho Barack Hussein para informar de la muerte de Osama. Y la frase me recuerda peligrosamente a su lema de campaña, que tantas cosas significaba; "Yes, we can" ("Sí, podemos"). ¿Era esto lo que podían hacer?
No me he olvidado de los muertos en las Torres Gemelas. Todavía recuerdo la figura de un hombre arrojándose al vacío desde las alturas. Tenía las manos a la espalda. Volaba para morir, con una pierna extendida y una rodilla flexionada. Matar al hombre que preparó aquel horror, no nos libera de la muerte.
Otro cuerpo que se hunde. Nueva York. Torres Gemelas. 11 de septiembre de 2010, (Desconozco el nombre del autor de la foto) |
No dejo de pensar que Obama, un presidente para la esperanza, ha perdido una gran ocasión de impulsar la democracia en el norte de África y en Oriente Medio. Matar a un asesino sin llevarlo ante un juez, por complicado que fuera sacarlo de Pakistán, donde ha vivido gracias a una red de complicidades, no ha sido el mejor ejemplo. Le da argumentos a los fanáticos. Le quita aire a las revoluciones. Y está muy lejos del espíritu de aquella vieja revuelta de 1776, que convirtió la declaración de independencia de un rey en el primer gran alegato histórico en favor de las libertades fundamentales.
Osama Bin Landen, la ballena blanca, ha muerto. Nos han dicho que su cuerpo se pudre en el mar. Y de nada le ha servido a Obama ser el primer presidente negro de los Estados Unidos. El trauma del 11-S también ha podido con él. Le ha transformado en un cazador. Y aquel horror, el horror, tampoco ha dejado a nadie a su lado que le dijera que no podía hacerlo. Que no debía hacerlo. Que no conduce a nada. Nos ha envuelto otra vez en la misma espiral de venganza.
¿Miedo? Lo has definido claramente: espiral de venganza en la que nos vemos amortajados. Lo que me descoloca es este mutismo respecto al... ¿cadáver?
ResponderEliminarSiempre digo que el hombre está en una fase muy temprana de la evolución. Gracias por pasarte por aquí Johnson.
ResponderEliminarSoy latina en todos los aspectos, no tengo nada que ver con el hombre de la foto, pero puedo suponer lo que pensaría si fuera mi hijo, padre, hermano, marido o amigo, y te aseguro que mataría no una sino todas las veces que pudiera a Bin Laden, lo siento, no puedo fingir pacifismo para quedar bien.-
ResponderEliminarSaludos!
Un beso. Es lo mejor que puedo decirte.
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