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lunes, 20 de agosto de 2012

Parábola del gallinero

A poner huevos. Del blog www.cuentosfabulasmitosyrelatos.blogspot.com


CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 19 de julio de 2012

Imagínense que España es una granja de gallinas que ponen huevos de oro. Imagínense que cada gallina pone diez huevos de oro al día y el granjero que las cuida, entusiasmado, empieza a comprar a diario productos que valen el equivalente de veinte huevos por cada gallina ponedora que tiene a su cargo. Los paga a crédito, claro.

Pero imagínense que al granjero le piden, de repente, que salde la deuda que ha estado acumulando porque ha crecido demasiado y los acreedores temen que no sea capaz de pagarla.
Horror.

Supongo que no les cuesta nada imaginarse al granjero, que es un poco bruto, exprimiendo a las gallinas de los huevos de oro, que somos todos nosotros, para que en lugar de diez huevos, nos salgan a cada gallina veinte huevos por el ojete.

Imagínense, claro, lo que pasa a continuación. Las gallinas, asfixiadas, ponemos sólo cinco huevos y los acreedores del granjero montan en cólera.

Imagínense la reacción del granjero, que ya les he dicho que es un poco bruto. En lugar de pedir más tiempo a sus acreedores para que las gallinas podamos recuperarnos del susto, sigue apretándonos por el cuello para que pongamos más huevos, hasta dejarnos sin aire, sin huevos, sin oro en las tripas, estranguladas en el corral.

Hay que ser bastante bruto, señor granjero-Rajoy, para no darse cuenta de que nos está apretando tanto a las gallinas que hemos puesto menos huevos.

Hay que ser bruto del todo, señor Rajoy, para no ver que si nos sigue apretando, se habrán acabado los huevos, se habrán acabado las gallinas y no quedará nadie en el gallinero, nadie señor Rajoy, para pagar la deuda: ni mineros del carbón, ni maestros de la escuela pública, ni bomberos, ni funcionarios de la Administración, ni policías, ni autónomos, ni asalariados, ni emprendedores, ni obreros, ni pequeños empresarios, ni compañías de teatro, ni exhibidores de cine, ni actores, ni clase media, ni universitarios, ni periodistas para contarlo.

Está siendo tan torpe con su política de recortes, señor Rajoy, que lo único que se me ocurre es que en realidad no sea usted el granjero que creemos, el que nos daba pienso a las gallinas del gallinero, sino un empleado de los acreedores, que le han embargado la casa, el coche y el tractor al verdadero granjero. Y como no entiende nada de gallinas, ni de huevos, ahora quiere estrangularnos a todos para sacarle el último rendimiento a la carne de gallina y hacer un caldo con nosotros.

Y ahora gallinas de España, gallinas ponedoras de huevos de oro, gallinas silenciosas, gallinas cogidas del gaznate por el falso granjero, cacareemos todas a coro, antes de que nos falte el aire.

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