Buscar este blog

sábado, 7 de junio de 2014

La última lección del Gasta


Los restos del Gasta en el laboratorio de la ARMH en Ponferrada,
 con el zapato de ante marrón en primer término.
Fotografía (a contraluz) del autor de este blog.

Diario de León. Sábado 7 de junio de 2014

Los restos del guerrillero Bernardo Álvarez, exhumado en 2012, ayudan a la ARMH a explicar el problema de las fosas a los alumnos de la Universidad de Nueva York.

El Gasta calzaba zapatos de ante marrón, vestía chaqueta de paño a cuadros, camisa ‘kaki’ y pantalones azules de mahón el día en que un infiltrado de la Guardia Civil lo abatió junto a otro compañero en los montes de Lugo. El Gasta era guerrillero. Luchaba contra Franco. Y antes de echarse al monte y perder la vida y la memoria, enterrado durante 63 años en una fosa anónima del cementerio de Teilán, había sido panadero en Bembibre, soldado republicano y enlace clandestino con la guerrilla.
 
Su verdadero nombre era Bernardo Álvarez Trabajo y de toda la ropa que vestía el día en que lo mataron, ayer sólo quedaba uno de sus zapatos de ante acartonados. A los dos años de su exhumación y mientras concluyen las pruebas de ADN, sus restos cuidadosamente colocados en una mesa del laboratorio de la Asociación para la Recuperación de la Memoria en Ponferrada (ARMH) sirvieron para que un grupo de medio centenar de alumnos de la Universidad de Nueva York se sumergiera en el capítulo más oscuro, y todavía sin resolver, de la reciente historia de España.
 
Acompañados por el presidente de la ARMH, Emilio Silva, y junto a su profesor James Fernández, descendiente de españoles, los jóvenes neoyorkinos conocieron la historia del Gasta, abatido a traición por el infiltrado Francisco Cano Román junto a otro guerrillero, Manuel Fernández Soto, alias coronel Benito, el 22 de junio de 1949. Un tercer combatiente, Elías López Armesto, alias Pájaro, resultó malherido aquel día pero logró huir sólo para que un pastor encontrara su cuerpo devorado por las alimañas un mes después del tiroteo.
 
 
Fotografías de los cuerpos de Manuel Fernández Soto y Bernardo Álvarez,
tomadas para la autopsia. Cedidas por la ARMH. Se reproducen aquí por su valor histórico.
 
 
Los huesos del Gasta, su cráneo fracturado, el zapato de ante marrón, y el cepillo de dientes que todavía guardaba en uno de sus bolsillos, dieron ayer toda una lección de historia a los universitarios de Nueva York, a los que la Guerra Civil española no les es del todo ajena. No en vano, la Universidad en la que estudian guarda los archivos de la Brigada Lincoln, los voluntarios norteamericanos que combatieron en el bando republicano.
 
A algunos de los estudiantes les llamaba la atención ayer que el Gobierno español se haya desentendido de la exhumación de las fosas de la represión franquista y que sean asociaciones particulares como la ARMH las que se preocupen por los desaparecidos. «Faltan muchas familias. De 113.000 desaparecidos sólo han sacado a cuatro mil», decía al término de la visita Jorge Esteban Soto, cuyos abuelos huyeron de Granada a Costa Rica durante la guerra para acabar en Nueva York. A otros, como al italo americano Michael Domanico, no le sorprendía. «Yo he estado en Argentina y la situación es similar», decía.
 
La del Gasta es una historia similar, en cualquier caso, a la de otros luchadores antifranquistas. Ligado al Partido Comunista y detenido por primera vez durante la revolución de 1934, fue condenado a muerte por combatir por la República. Indultado, regresó a Bembibre para retomar el oficio familiar, pero sin dejar de servir de enlace con la guerrilla del Bierzo. En 1948, sin embargo, tuvo que echarse al monte cuando le fueron a buscar a la panadería para detenerle otra vez.
 
La ARMH, que espera entregar los restos de Bernardo Álvarez a sus familiares en septiembre, no sólo echa en falta más apoyo del Estado. También que el interés por conocer nuestro pasado no venga sólo de Nueva York. «Ya nos gustaría que se pasaran por aquí más alumnos de universidades españolas», decía ayer Emilio Silva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario