Grabado del castillo, antes del derribo del puente. |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 11 de septiembre de 2014
Cuesta creer que un alcalde de Ponferrada dijera esto del castillo hace menos de un siglo: «Lo mejor es que se lleven lo que sirva y el resto lo derriben». Se llamaba Cayetano Fernández, era boticario, y a lo que se ve, también un auténtico ignorante.
Sitúense en los años veinte del siglo pasado. Imagínense una ruina medieval abandonada en la colina más alta de la ciudad, dominando la ribera del río. Allí han guardado ganado, cultivado patatas y vendido la piedra de sus muros —los más escondidos son de la época de los templarios— como material de cantería. Y piensen en un grupo de jóvenes, «de esa clase que se ha dado en llamar niños bien», según los definió el arqueólogo Julián Sánz, empeñados en convertir el castillo en un patio de recreo para jugar al fútbol dentro del recinto amurallado. Había que nivelar el terreno, derribar algunas paredes para ampliar el campo, que resultaba un poco pequeño, y llegado el caso, volarlas con explosivos.
Menudo escándalo para nuestra mentalidad, porque el alcalde de aquella Ponferrada, don Cayetano, miraba para otro lado. «Yo no podré evitar que alguna noche, cualquier malintencionado destruya el castillo con dinamita», decía.
Otro alcalde anterior, Aniceto Vega, ya se había ganado una buena reprimenda del gobernador interino de León por haber demolido en 1914 uno de los arcos del puente de entrada al monumento. A Aniceto no se le ocurrió mejor solución para evitar que una piedra desprendida le abriera la cabeza a alguno de los vecinos que solían pasear por el perímetro de la fortaleza que tirar la estructura. «Aunque fuera cierto el estado ruinoso de la parte demolida, medios hay de evitar la inseguridad sin acudir al derribo», le reprochó el gobernador a Aniceto, la prueba de que se podía ser más ignorante que el boticario Cayetano.
Hoy cuesta creerlo, ¿verdad?, con el castillo reconstruido, mimado y convertido en emblema de la ciudad.
Y ahora pasen y vean los antiguos talleres de Renfe en el barrio de La Placa, con los raíles expoliados y los hangares destechados, a punto de caerse. ¿Cuántos de ustedes no están pensando ‘lo mejor es que se lleven lo que sirva y el resto lo derriben’?
Vista aérea de los antiguos talleres de La Placa |
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