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Me volví loco,
tapié todos tus recuerdos
cuando te marchaste.
Levanté mi propio muro
para no tener que recordarte
más,
y me encerré dentro,
con la memoria dormida.
Y así estuve una temporada,
protegido de miradas indiscretas,
alejado de la voz de los cobardes
y la rabia de los locos,
hasta
que
desperté
en el lugar más inhóspito del mundo,
y no recuerdo la salida.
Yo también he levantado algún muro en mi vida, de vez en cuando, me atrevo a mirar por encima de él, pero solo eso... solo miro.
ResponderEliminarMuy bonito el poema... solo me gustaría saber porque yo estoy al otro lado de tu muro...
ResponderEliminarMe alegro de que te guste el poema. No puedo decirte por que crees que estas al otro lado de mi muro porque no sé quien eres. De todas formas, no me planteo vivir con murallas a mi alrededor.
ResponderEliminarY sin murallas a tu alrededor encontrarás la salida al laberinto.
ResponderEliminarHay muchos mundos después de la locura.
Te leo.
Gracias Reme, por seguir leyendo.
ResponderEliminarCarlos
A través de la Asamblea de las Palabras, he entrado en su blog, al que me suscrito para tener sus nuevos posts.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso desde Barcelona
Fernando Arranz
Bienvenidos sus comentarios Fernando. Gracias por pasarse por aquí. Un saludo.
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