Crónicas marcianas. Dibujo de MARTIN WHELAN para una portada del libro |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 19 de abril de 2012
Notas para escribir una novela de ciencia ficción.
Descartado hablar de Marte. Después de Ray Bradbury, es muy difícil escribir algo mejor del Planeta Rojo.
Descartado Afganistán y los agujeros negros, los ríos que muerden en las rocas y las tumbas llenas de huesos. Hay que renovarse.
Descartadas las paradojas, los círculos temporales, los universos paralelos, los viajes espaciales y otros caminos trillados por la narrativa del siglo XX.
Descartadas las historias de astronautas solitarios atrapados en módulos lunares o en naves a la deriva.
Descartados los relatos protagonizados por alienígenas, los cuentos de zombis que devoran a los vivos, los argumentos apocalípticos. Y no caer en la tentación de escribir sobre vampiros crepusculares.
Otra imagen de Crónicas marcianas. Del blog http://www.antoniorentero.blogspot.%20coma/ |
Mejor escribir de algo cercano. Una especie de ucronía. Y ambientarla en un lugar reconocible.
Situar la trama de la novela en una monarquía que se ha ido al carajo por una cacería de elefantes blancos. Describirla como una república desgajada de Europa, con moneda propia y una Constitución reformada en referéndum.
Poner de presidente a un cargo electo. Una figura paternal que utilice la unidad de la nación como coartada para mantenerse en su puesto cuando le salpican los escándalos de corrupción de su yerno.
Añadir una trama de misterio. Vincularla a un territorio concreto. La comarca del Bierzo.
Crear un protagonista. Un científico que ha desarrollado un sistema eficaz para capturar de verdad las emisiones de CO2 y conseguir que el carbón sea una energía limpia.
Imaginar un desencadenante de la acción. Un asunto de espionaje industrial. Un secuestro. O una desaparición.
Usar como telón de fondo la expropiación de la filial eléctrica de una multinacional italiana que no invierte lo suficiente en la comarca.
Evitar que la novela se convierta en una historia de política ficción.
O en un ajuste de cuentas.
O en un relato de amor.
Mejor romper estas notas y probar con la novela costumbrista.
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