El llano en llamas. Del blog www.lacoctelera.net |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 10 de mayo de 2012
Esto no lo escribo yo. Lo escribió Juan Rulfo en un cuento sobre un
gobernador que visitaba una población afectada por una catástrofe. En medio de
un llano en llamas.
«Conciudadanos. Rememorando mi trayectoria, vivificando el único proceder de
mis promesas. Ante esta tierra que visité como anónimo compañero de un candidato
a la Presidencia, colaborador omnímodo de un hombre representativo cuya honradez
no ha estado nunca desligada del contexto de sus manifestaciones políticas y que
sí, en cambio, es firme glosa de principios democráticos en el supremo vínculo
de unión con el pueblo, aunando a la austeridad de la que ha dado muestras la
síntesis evidente de idealismo revolucionario nunca hasta ahora pleno de
realizaciones y de certidumbres».
Cada vez que leo ese párrafo, le pongo cara a ese gobernador y me sale algún
rostro del Bierzo o de León, o de media España, gente que maneja dinero público,
que es dinero de todos, no lo olvidemos, y que le entregamos al Estado para que
lo redistribuya. Y me pregunto si su honradez, la de todos ellos, habrá estado
alguna vez desligada del contexto de sus manifestaciones políticas, o si habrán
recibido comisiones bajo cuerda de contratistas interesados en adjudicarse
alguna obra, si tendrán una caja negra con ingresos dudosos y ahora tienen que
vencer la tentación de hacerlo aflorar con la anmistía fiscal de Rajoy.
Fotografía de JUAN RULFO |
También me pregunto si alguna vez habrán acompañado esos gobernadores de los
que les hablo a algún candidato a la Presidencia y habrán dicho algo parecido a
lo que Rulfo ponía en boca de su personaje. «Fui parco en promesas como
candidato, optando por prometer lo que únicamente podía cumplir y que al
cristalizar, tradujérase en beneficio colectivo y no en subjuntivo, ni
participio de una familia genérica de ciudadanos».
El cuento de Rulfo termina con un banquete, y un borracho, y una pelea, y una
balacera muy grande. El final del nuestro, no se engañe, lo escribe usted cada
vez que vota por esos gobernadores de verbo engorroso y mano muy larga, y luego
mira a otro lado, aburrido por su oratoria, resignado porque están en todas
partes
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