Portada del poemario de Fermín López Costero |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 1 de mayo de 2014
La fatalidad es un libro grande, publicado por una editorial pequeña y escrito por un autor desconocido. Desconocido fuera del Bierzo, porque aquí sabemos muy bien quién es Fermín López Costero.
Fermín López Costero es un poeta con los bolsillos llenos de piedras. Y le pesan. Vaya si le pesan. A Fermín López Costero, supongo, le gustaría ser un buscador de perlas en los ojos de una mujer hermosa o un cisne de nieve, habitar en el paraíso de los adjetivos, donde mueren las frases que no llegan al papel o a la pantalla cuando se nos escapan, o morir él mismo en el lomo de una nube blanca, donde las cosas se ven siempre desde otra perspectiva. Pero a Fermín se le nota el hambre. La poesía le tiene cercado.
Miguel Ángel Varela también es un libro grande. Aunque él todavía no lo sabe. Varela, que dirige el Teatro Bergidum desde hace dos décadas, es una recopilación de todas las novelas que no ha escrito y de todos los poemarios que guarda en un cajón de su casa, porque no quiere que lo sepamos, o no se atreve a contarlo, que viene a ser lo mismo. Si uno le mira a los ojos, descubre que todo el teatro que le queda por ver se le agita de vez en cuando bajo los párpados como aquel manojo de llaves que abría todas las puertas de Cavalo Morto, una aldea muy similar a Macondo, pero en la selva mítica de Brasil. A Miguel también se le nota el hambre. El mundo le está rodeando. Y no deja de advertirnos.
Tomás Néstor Martínez es un provocador. Lo saben muy en las orillas del Órbigo. A Tomás Néstor lo están investigando y cualquier día lo detienen acusado de flirtear con el lenguaje de la anarquía, que es el único que merece la pena escuchar en la boca de un hombre. Todo lo demás son subrayados, copias falsas de la realidad, que no nos conducen a ningún lugar relevante. Y Tomás, que es profesor de literatura, lo sabe.
Tomás Néstor es mi amigo, no lo niego. Y Miguel Ángel Varela. Y Fermín López Costero. Los tres presentaron el pasado martes La fatalidad en el Museo de la Radio de Ponferrada y son de esas personas imprescindibles que despierta el apetito por la lectura. Escúchenles alguna vez, antes de que los libros que todavía no han leído los devoren.
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