La Tierra, fotografiada desde el Apolo 17 en 1972. FOTO de la NASA. |
Diario de León. Jueves 16 de enero de 2014
Doscientos refugiados han muerto ahogados en el Nilo Blanco cuando huían de la guerra en Sudán del Sur. Viajaban en un ferry sobrecargado.
El presidente galo tiene una aventura. Pero esquiva las preguntas sobre su vida privada, aunque haya puesto en peligro su seguridad viéndose con una actriz en un piso vinculado con la mafia corsa y sin apenas escolta.
Obama nos espía. Pero no pasa nada.
Putin gobierna en Rusia una seudodemocracia. Encarcela a sus opositores. Y derrocha dinero organizando unos Juegos Olímpicos amenazados por el terrorismo.
Al Qaeda resucita en Irak. Siria se desangra.
Miles de chinos trabajan esclavizados por sus compatriotas en Europa. Imagínense lo que pasará al otro lado de la Gran Muralla.
Corea del Norte es una pesadilla. Pero un jugador de baloncesto extravagante le da aire al tirano que la gobierna.
Milicas ciudadanas se enfrentan al poder del narcotráfico en México. El subcomandante Marcos ha renunciado al liderazgo sobre los indígenas de Chiapas.
La infanta está imputada. El debate nacional en España gira en torno al pasillo mediático que le espera a las puertas del juzgado. Y el rey no abdica. Pero balbucea cuando lee su discurso de la Pascua Militar. No ve bien las letras.
Carlos Fabra, el cacique de Castellón, se enfrenta a una nueva acusación.
Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, se asoma al abismo por la compra de un ático.
Y en el barrio obrero de Gamonal, a las afueras de Burgos, estalla un conato de revolución. Algún escritor como Lorenzo Silva, ganador del Premio Planeta hace dos años, se ha preguntado si la protesta contra un bulevar indeseado no será el inicio de una revuelta social contra la corrupción.
La estamos esperando.
Y supongo que ese es el problema. Todos sabemos que el mundo está podrido. Todos esperamos que aparezca alguien para cambiarlo. Y no nos damos cuenta de que el cambio tiene que empezar por nosotros mismos, que nos hemos acostumbrado al mal olor.
Doscientos refugiados han muerto ahogados en el Nilo Blanco cuando huían de la guerra en Sudán del Sur. Viajaban en un ferry sobrecargado.
El presidente galo tiene una aventura. Pero esquiva las preguntas sobre su vida privada, aunque haya puesto en peligro su seguridad viéndose con una actriz en un piso vinculado con la mafia corsa y sin apenas escolta.
Obama nos espía. Pero no pasa nada.
Putin gobierna en Rusia una seudodemocracia. Encarcela a sus opositores. Y derrocha dinero organizando unos Juegos Olímpicos amenazados por el terrorismo.
Al Qaeda resucita en Irak. Siria se desangra.
Miles de chinos trabajan esclavizados por sus compatriotas en Europa. Imagínense lo que pasará al otro lado de la Gran Muralla.
Corea del Norte es una pesadilla. Pero un jugador de baloncesto extravagante le da aire al tirano que la gobierna.
Milicas ciudadanas se enfrentan al poder del narcotráfico en México. El subcomandante Marcos ha renunciado al liderazgo sobre los indígenas de Chiapas.
La infanta está imputada. El debate nacional en España gira en torno al pasillo mediático que le espera a las puertas del juzgado. Y el rey no abdica. Pero balbucea cuando lee su discurso de la Pascua Militar. No ve bien las letras.
Carlos Fabra, el cacique de Castellón, se enfrenta a una nueva acusación.
Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, se asoma al abismo por la compra de un ático.
Y en el barrio obrero de Gamonal, a las afueras de Burgos, estalla un conato de revolución. Algún escritor como Lorenzo Silva, ganador del Premio Planeta hace dos años, se ha preguntado si la protesta contra un bulevar indeseado no será el inicio de una revuelta social contra la corrupción.
La estamos esperando.
Y supongo que ese es el problema. Todos sabemos que el mundo está podrido. Todos esperamos que aparezca alguien para cambiarlo. Y no nos damos cuenta de que el cambio tiene que empezar por nosotros mismos, que nos hemos acostumbrado al mal olor.
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