'La escuela de Platón', pintura de Jean Delville que se conserva en el Museo d`Orsay |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 23 de enero de 2014
¿Tiene derecho la ex consejera de Sanidad de la Junta de Extremadura a ser brillante? En el PSOE de Extremadura dicen que sí. Y es que María Jesús Mejuto acaba de aprobar con un 9,3 -148 aciertos en las 150 preguntas del examen- la oposición para una plaza de Cirugía General y Aparato Digestivo -su especialidad profesional- que ella misma había convocado cuando todavía ejercía en funciones, justo antes de dejar el cargo.
La consejera había elegido a los miembros del tribunal que evaluó las pruebas, incluyendo a su presidente, un directivo de libre designación en el Hospital de Mérida que, otra casualidad, ella misma había nombrado. El presidente del tribunal, no está de más aclararlo, tenía acceso a todas las preguntas del test.
Mejuto sacó tres puntos más que la segunda opositora con mejor puntuación, que se quedó en un 6,4. Pero en el PSOE de Extremadura, insisto, aseguran que tiene derecho a ser brillante.
Y me pregunto cuánta gente igual de brillante que Mejuto se nos ha colado en las administraciones públicas, especialmente los que vienen de la política. Y si su gestión será igual de luminosa. ¿Habrá alguna Mejuto en los ayuntamientos que tenemos más cerca? ¿En cuántas diputaciones? ¿En otras comunidades? ¿Cuántas y cuántos Mejutos trabajarán para el Gobierno? ¿Tiene alguna relación esto con la crisis, con la ineficacia de las administraciones, con las mordidas, con el despilfarro?
El de la ex consejera extremeña -yo me lo guiso, yo me lo como- parece un caso extremo, perdonen el juego de palabras. Pero no deja de ser un síndrome que nos corroe desde el origen de la democracia.
Y ya es hora de ponerle remedio. Dejemos de mirar para otro lado.
¿Tiene derecho la ex consejera de Sanidad de la Junta de Extremadura a ser brillante? En el PSOE de Extremadura dicen que sí. Y es que María Jesús Mejuto acaba de aprobar con un 9,3 -148 aciertos en las 150 preguntas del examen- la oposición para una plaza de Cirugía General y Aparato Digestivo -su especialidad profesional- que ella misma había convocado cuando todavía ejercía en funciones, justo antes de dejar el cargo.
La consejera había elegido a los miembros del tribunal que evaluó las pruebas, incluyendo a su presidente, un directivo de libre designación en el Hospital de Mérida que, otra casualidad, ella misma había nombrado. El presidente del tribunal, no está de más aclararlo, tenía acceso a todas las preguntas del test.
Mejuto sacó tres puntos más que la segunda opositora con mejor puntuación, que se quedó en un 6,4. Pero en el PSOE de Extremadura, insisto, aseguran que tiene derecho a ser brillante.
Y me pregunto cuánta gente igual de brillante que Mejuto se nos ha colado en las administraciones públicas, especialmente los que vienen de la política. Y si su gestión será igual de luminosa. ¿Habrá alguna Mejuto en los ayuntamientos que tenemos más cerca? ¿En cuántas diputaciones? ¿En otras comunidades? ¿Cuántas y cuántos Mejutos trabajarán para el Gobierno? ¿Tiene alguna relación esto con la crisis, con la ineficacia de las administraciones, con las mordidas, con el despilfarro?
El de la ex consejera extremeña -yo me lo guiso, yo me lo como- parece un caso extremo, perdonen el juego de palabras. Pero no deja de ser un síndrome que nos corroe desde el origen de la democracia.
Y ya es hora de ponerle remedio. Dejemos de mirar para otro lado.
Platón decía que allí donde los ciudadanos mejor preparados renuncian a la política, gobiernan los mediocres. Y ahora repasen los rostros de nuestros dirigentes. Valoren si gobiernan para todos, para unos pocos, o para sí mismos. El peso que tiene su palabra. La honestidad de sus propuestas. O si parecen hombres de paja. Y excluyendo a los listos y las listas, que se saben todas las respuestas, díganme por favor cuántos y cuántas sabias encuentran.
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