HMS Ilustrious, buque insignia de la flota británica |
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 15 de agosto de 2013
Dos flotas se dirigen estos días hacia las aguas del Estrecho. En la primera navegan hombres uniformados, militares disciplinados que acatan órdenes y que en medio de un repunte del enquistado enfrentamiento diplomático sobre la soberanía de Gibraltar -y se cumplen trescientos años desde aquel tratado que zanjó una guerra entre reyes- enseñarán la proa de sus barcos en el epicentro del conflicto para recordar que siempre lleva la razón quien demuestra que tiene más fuerza.
Esta primera flota de la que les hablo la encabeza el portaviones ligero HMS Ilustrious, el buque insignia de la armada británica, un gigante de doscientos nueve metros de eslora y treinta y seis de manga, equipado con aviones Harrier de despegue vertical y helicópteros Sea King, con una tripulación de seiscientos ochenta y cinco marineros y oficiales y un grupo aéreo de trescientos sesenta y seis miembros.
El Ilustrious, propulsado por cuatro turbinas de gas, ocho generadores diésel y dos hélices, no navega sólo. Le acompañan nueve barcos de guerra que harán escala en La Roca para participar en unas maniobras tan rutinarias como oportunas para los intereses del Peñón. Con tanto despliegue de fuerza, parece un chiste que a la flota británica se le vaya a unir en Finisterre la pequeña patrullera española Centinela, cuyo nombre lo dice todo sobre su misión.
La otra flota que navega hacia El Estrecho no tiene tanto hierro. De hecho es una flota de barcas hinchables. Una flota de goma, de barquitos de recreo que no valen más de cien euros y que a estas horas puede estar zarpando desde cualquier rincón escondido de la costa de Marruecos. Los inmigrantes subsaharianos arriesgan la vida en esas colchonetas para cruzar los últimos catorce kilómetros de mar que les separan de Europa sin tener que pagar los mil euros que les cobran las mafias de las pateras.
Son hombres y mujeres desesperados. Su única disciplina es un sueño. Una necesidad de salir de la miseria. Y también les aguardan algunos centinelas. Pero nadie hablará demasiado de ellos. No tienen suficiente eslora como para hacerle sombra a los sobresueldos de Bárcenas.
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