"Se le ocurrió darle el nombre del diablo del mar". ROBERT HOWLETT |
4. Los dos remachadores nunca aparecieron. Después de dos días dejaron de buscarlos. Los obreros continuaron trabajando en el barco, convertido en una nueva Torre de Babel flotante. Y llegado el momento de su botadura en el Támesis, la joven hija de uno de los banqueros que había financiado su construcción sorprendió a todos y se le ocurrió darle el nombre del diablo del mar. "¡Leviatán!", lo bautizó.
El diablo del mar © Carlos Fidalgo
Publicado en León al sol. Diario de León. Viernes 2 de agosto de 2013.
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