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viernes, 2 de agosto de 2013

Dopajes



Los cien metros lisos, cuando todos éramos inocentes.
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 1 de agosto de 2013

No. No era un caballo cualquiera. Era un caballo dopado. O eso dicen los análisis. Achtung, el caballo que hace tres semanas ganaba contra todo pronóstico el Gran Premio de Madrid, la carrera más importante de la temporada, horas después de que su preparador muriera de cáncer, ha dado positivo en un control antidopaje. Le han detectado fenilbutazona en la sangre y lo que parecía un cuento perfecto se ha quedado en una decepción.

La de Achtung, del que ya les he hablado en este espacio, es la historia de nuestro tiempo. Y no me refiero sólo a las carreras de caballos o al deporte en general.

No existen los milagros, nada más. Existe el esfuerzo honesto. Y existen los atajos, que antes o después conducen al abismo.

Que se lo digan a quienes practican el ciclismo profesional, con los mejores corredores de los últimos quince años en entredicho y la sensación de que había barra libre para doparse. Que se lo digan a Lance Armstrong, que ha pasado de la gloria de los siete Tours a la página más vergonzosa de la historia del deporte de pedales. El ciclismo está ahora tiritando.

Que se lo digan a los atletas. Los velocistas en primer lugar. La prueba de los cien metros lisos es un rosario de corredores dopados en los últimos años. Sólo Usain Bolt resiste en su pedestal. Y esperemos que sus cimientos sean firmes.

Gimnastas, lanzadores, los primeros tenistas, quién sabe si a partir de ahora que van a generalizar los controles antidopaje también veremos caer a algún futbolista.

Es la ley de la trampa. La picaresca universal. Lo que esconde la realidad que no nos estaban contando.
Y eso se puede extrapolar, claro, a otros ámbitos.

Piensen en el mundo financiero. En todos los productos de riesgo, empezando por las participaciones preferentes con las que las entidades bancarias han tratado de "atrapar a toda costa" -así se expresaba esta semana un abogado en la demanda de una viuda de Bembibre contra la antigua Caja España por usar dinero de su marido fallecido- los fondos de los pequeños ahorradores. Piensen en los paraísos fiscales y en todas las triquiñuelas a las que recurren algunas de las empresas más grandes para pagar menos impuestos. Dopaje financiero.

Y piensen, por supuesto, en la financiación irregular de los partidos. Los que tocan poder y pueden repartir favores. Piensen en el dinero que ingresaba Bárcenas en la cuenta del PP (y a lo que parece, también en la suya), como antes sucedió con el PSOE y Filesa. Pregúntense a cambio de qué. Y si eso no es jugar con ventaja -dopaje político le han llamado- frente a otras formaciones que también aspiran a lograr nuestro voto en unas elecciones échense a correr.

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